Capítulo VI

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Sin darme cuenta, afligidos sollozos comenzaron a salir de mi parte.

— ¿Oye, estás bien? —una voz se hizo presente.

— ¿Huh? —volteé con rápidez hacía el lugar del llamado intentando limpiar mis lágrimas— ¿Que... qué haces aquí? —le pregunté al chico de cabello rubio. Al parecer era Richard, me pregunto si él suele venir a la azotea; tal vez debí ir a otro lado.

— Te vi subir casi corriendo hacía acá, así que te seguí. —calló mientras me miraba secar mis lágrimas con mis manos— Toma —dijo extendiendo su mano con un paño para que secará mis lágrimas. Lo acepté y limpié mi rostro intentando dejar de sollozar— Lo siento, no quería hacerte sentir incomoda, fue imprudente de mi parte. Pero, si alguna vez quieres hablar con alguien puedes hacerlo conmigo.

Su voz denotaba sinceridad, de cierta forma eso me tranquilizaba.

— ¿Tienes hambre? —preguntó después de que me calmará.

— ¿Y eso a qué viene?

— Bueno, aún quedan minutos de receso y por lo que veo no has comido, ¿me dejas invitarte el almuerzo?

— ¿Por qué lo harías?

— No lo se, porque soy buena persona —sonrió. No entiendo porque se comporta de esa forma conmigo.

— Ay, ajá —le conteste con sarcasmo.

— Oh, vamos, estoy seguro de que ni siquiera traes comida. Déjame invitarte.

— Por lo visto no dejarás de insistir.

— Dejaré de insistir cuando escuché un sí como respuesta.

Suspiré y solté una pequeña risita.

— Esta bien, vamos a la cafetería. —le dije caminando hacía la puerta para bajar las escaleras.

— Yes! —le oí decir en forma de victoria mientras me seguía.

Ambos bajamos directo a la cafetería. Richard fue tan amable como para comprar un sándwich con papas para mi y dos aguas embotelladas para compartir, aunque después fue a la máquina expendedora y compró un refresco de uva, me preguntó si él se tomará ambas bebidas. Es raro que me sienta tan tranquila con alguien nuevo, tal vez sea porque me sentía mal que me deje llevar por su trato, pero no es algo que me moleste pues me estuvo haciendo platica en casi todo momento e hizo que olvidará este sentimiento. Al terminar de agarrar el refresco que había caído de la máquina subimos de nueva cuenta a la azotea, pensamos que sería un lugar lindo para platicar. Era extraño que él fuera tan amable conmigo, pero al mismo tiempo se sentía bien. Es un poco difícil de explicar, pero era... como un sentimiento cálido. Tal vez por eso ignoré el hecho de que lo acababa de conocer.
Al llegar al lugar y abrir la puerta una voz conocida se escuchó.

— ¡Hola, chicos!

— ¿Brissa? ¿Qué haces aquí? —cuestione con extrañeza. Aunque después de entrar a mi misma escuela no debería extrañarme toparme con ella en la azotea...

— Hm, ya sabes. Casualidad.

— Yo le dije que estaríamos aquí —me susurró Richard.

— Te escuché, Richard. Le quitas el misterio a las cosas, no seas aburrido.

— No entiendo, ¿por qué le dirías eso? —mire a Richard con confusión. Tal vez no debí confiar demasiado pronto en él.

— Bueno, como esta mañana parecían conocerse pensé que sería buena idea hablarle y comer los tres. Después de todo ella dijo que eran como amigas

Estrella y su melancolía [Re-edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora