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Soy T/n Kobayashi y tengo 17 años, este año estoy a punto de cumplir mis 18 jeje. Soy una chica algo tímida pero aun así no me cuesta mucho adaptarme a la demás gente. Pero mi padre (Hiroshi Kobayashi) y mi hermano mayor (Daiki Kobayashi) decidieron cambiarse de ciudad por otro trabajo y por una situación que había pasado en mi ciudad natal, así que a los días, tuvimos que mudarnos.

Al llegar a nuestra nueva "casa" (parecía más una mansión) , pude notar que este era bastante moderno y lindo, incluso más espacioso que nuestro hogar anterior, sabía que mi papá tenía bastante dinero, pero a este nivel no creía. Papá dijo que me metería en una escuela de las mejores de esta ciudad, no estaba muy cómoda con la idea pero aún así acepté, pues sabía lo mucho que se esforzaba en su trabajo y lo que él quería era que yo triunfara.

Ese mismo día viernes en la noche, decidí salir a dar una vuelta por los alrededores.

—Papá, saldré a caminar —avise a mi padre mientras me ponía un suéter rojo.

—Esta bien, nena, solamente no llegues tan tarde y no te vayas tan lejos —respondió mi padre mientras hablaba por teléfono.

—No te pases de una hora, si veo que no llegas, te iré a buscar —dijo mi hermano mientras revolvía mis cabellos.

—Esta bien, Onnichan —respondí con una leve sonrisa y salí de la casa.

Al caminar, pude sentir la suave brisa de la noche en mi rostro, esto me hacía sentir un poco tranquila y me ayudaba a despejarme de todo lo rápido que pasó la mudanza.

La noche me gusta mucho, podría decirse que me daba una sensación de paz con solo ver la gran luna junto a las estrellas a su alrededor, pero algo me hizo salir de aquellos pensamientos tan profundos. Escuché un golpe que venía de un callejón, como si alguien se hubiese caído, como soy alguien muy curiosa y preocupada, decidí entrar a aquel callejón para ver que pasaba.

En esta, encontré a un hombre que estaba tirado en el suelo y arrecostado a la pared, como si estuviera durmiendo.

Al acercarme y agacharme a su altura, pude notar que su cabello era de un gris cálido, su rostro tenía varias cicatrices, cualquiera que lo hubiese visto dice que es alguien rudo o vulgar por su apariencia, pero a mí, me pareció alguien atractivo, las cicatrices en su rostro lo hacían verse lindo, y ese mechón en su cara le daba un toque más atractivo, rara vez podía ver a alguien así...

Rayos, estaba muy cerca de él y tras de eso... Huele a alcohol, seguramente debe de estar muy borracho, ni tan siquiera notó mi presencia...

—Señor... Señor... —llamé las primeras veces y no contestó —¿se encuentra bien? ¿Esta dormido? —lo sacudí un poco y este abrió los ojos.

Este me miró fijamente dejándome atónita, sus ojos eran de un color violeta, eran tan lindos y profundos que no pude evitar perderme en ellos, me traían una sensación de paz, me recordaban a la hermosa paz que sentía al ver la luna, incluso pude notar un brillo en sus ojos. Sentí como mi corazón empezaba a latir más rápido y como mis mejillas se calentaban... Debía de controlarme o me vería como una tonta.

—Señor ¿Se encuentra bien? —volví a preguntar a él y reaccionó un poco.

—N-No me pasa nada, estoy bien —respondió él, intentó levantarse pero volvió a caer.

El Día Que Llegaste A Mi Vida... (Sanemi x lectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora