Prólogo

484 22 2
                                    


A ver, tengo otra historia por ahí en hiatus. No la he olvidado pero es mucho más larga y complicada que esta (la cual prácticamente tengo toda lista en mi cabeza) por lo que subiré esta primero mientras resuelvo lo que me detiene con aquella y así puedo retomarla, ¿está bien?

Esta historia me gusta mucho, tiene dolor profundo, comedia barata, sexo salvaje y mujerzuelas, ¿Qué más se le puede pedir al entretenimiento? espero la pasen al menos la mitad de bien que la estoy pasando yo con ella... Empecemos ya.


La caída


– ¿Por quién rayos vinimos, Caitlyn? –Preguntó por tercera vez, harta.

El grupo corrió hacia ellas, rodeándolas por completo en medio de aquel gran puente, no tenían salida. La joven sheriff preparó su arma apoyándose contra la espalda de su compañera, quien ya tenía los guanteletes listos para la difícil pelea que se les venía.

–Confía en mi... –respondió por tercera vez, ya no tan convencida.

Una gota de sudor se deslizó por la frente de la luchadora, sentía que algo andaba terriblemente mal. No tenía sentido que los piratas estuviesen simplemente mirándolas entre risas en lugar de atacarlas, era extraño. Adoptó una pose aún más amenazadora, golpeando sus puños entre sí mientras observaba con desconfianza a su alrededor, hasta que sintió la repentina rigidez en el cuerpo de Caitlyn y lo entendió todo de inmediato.

–Lo siento –. En un rápido movimiento cargó a la chica sobre su hombro y echó a correr a toda velocidad, evitando a un par de sujetos que se habían quedado momentáneamente atónitos ante el arranque de la pelirrosa. Caitlyn le golpeaba la espalda ordenándole que la bajara de inmediato, un par de lágrimas de frustración brotaron de sus ojos azules al intuir lo que pasaría a continuación. En cuanto llegaron al borde de la estructura le clavó las uñas en la espalda, gritándole aún más fuerte. –¡Te amo cupcake! –, fue la única respuesta que obtuvo antes de ser lanzada al río de un solo movimiento. Vi se giró inmediatamente luego de esto, lista para enfrentarlos de nuevo. El grupo ahora parecía de casi el triple del tamaño que antes, por lo que sonrió de lado con resignación, todo este tiempo habían estado esperando refuerzos.

...

Un nuevo golpe seco retumbó en su cabeza, despertándola al fin. Se sentía mareada, como si el piso se moviera y aquel maldito ruido constante solo lo empeoraba. Cuando logró enfocar la vista notó que tenía las muñecas amarradas, sin sus guantes, y que la habían tirado en el interior de una minúscula celda, iluminada a penas por una ventanilla en la parte superior.

–¡Perra, sácame de aquí o te juro que destruiré todo este maldito barco a patadas! –insistió el hombre con rabia, volviendo a golpear justo en el lugar de la pared donde la chica acababa de apoyar la cara.

–Eso explica las náuseas –pensó en voz alta – como odio los barcos –. Se recostó de espaldas esta vez, cerrando los ojos un momento en un intento por calmar su creciente dolor de cabeza, pero luego de unos cuantos minutos el hombre que, entendió también estaba atrapado en aquel rudimentario calabozo, volvía a hacer su molesto escandalo sin compasión.

–Ya cálmate Malcom –Interrumpió de repente una seductora voz femenina que sonaba lejana, como si estuviera acabando de entrar a la habitación – dime lo que quiero saber y pronto se acabará esta tortura para ambos –acercó su rostro al de él lo máximo que los barrotes se lo permitieron, mirándolo con suficiencia a pesar del odio que este parecía tenerle – no creas que me divierte tener que alimentarte todos los días, ¡de gratis, como si esto fuera un maldito crucero de lujo!

Un buen condimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora