vi. Niño Dorado

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CAPÍTULO SEIS
Niño Dorado

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DURANTE EL RESTO DE LA SEMANA, prácticamente todos los alumnos de segundo se la pasaban esquivando a Lockhart por los pasillos

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DURANTE EL RESTO DE LA SEMANA, prácticamente todos los alumnos de segundo se la pasaban esquivando a Lockhart por los pasillos. Luego del desastre con los duendecillos de Cornualles, tomarse totalmente enserio a aquel profesor era más difícil que cuando lo vieron aparecer por la puerta de la clase, con aquella sonrisa y sus excéntricas capas.

En Slytherin, nadie se creía ni una sola palabra de las que ponían en los libros de Lockhart. Habían visto que había sido un total inepto con una panda de duendes así que, ¿Cómo habría sido capaz de derrotar a un hombre lobo en plena luna llena? ¿Cómo habría enfrentado a una banshee, las llamadas mujeres que lloran, mensajeros de la muerte, cuyo grito era totalmente fatal?

Tenían claro que algo allí fallaba estrepitosamente, y eso los llevaba a replantearse como era posible que Dumbledore no desconfiara de un hombre así. Sin embargo, Dianne, Theo, Daphne y Blaise tenían sus propias conjeturas sobre el tema. Los cuatro estaban convencidos de que, seguramente, el profesor Dumbledore sabía que pasaba con el hombre. Estaban seguros de que el puesto que le había ofrecido como profesor solo era una tapadera para investigar si realmente había hecho todas aquellas increíbles hazañas. Y, de ser respuesta negativa, desenmascararlo frente a todos para mostrar que no era más que un fraude.

Dianne se encontraba leyendo con tranquilidad en la habitación, con Dark posado cerca suya, cuando Daphne entró. Parecía estar buscando algo, o al menos era lo que pensaba cuando alzó la cabeza para mirarla.

—¿Qué ocurre, Daph? —cuestionó, pues la pelirroja se había quedado en silencio.

—No estoy cien por cien segura de haberlo visto bien, porque tienen unas espaldas enormes y se amontonan como si fueran un puñado de monos…—habló Daphne de forma apresurada, tanto, que tuvo que coger una gran bocanada de aire para no ahogarse en el medio—. Creo haber visto tu nombre en la lista de Quidditch.

—¿En la lista de Quidditch? —repitió Dianne, cerrando el libro—. ¿Qué es eso?

—La lista en la que se apuntan a todos los alumnos que quieren hacer la prueba para estar en el equipo de Quidditch de Slytherin—explicó Daphne, como si fuera obvio—. Theo se fue a apuntar y dijo algo parecido a “que raro, no dijo nada de que se hubiera apuntado”. Me sonó extraño, así que me hice un hueco para intentar ver, y digo intentar porque… bueno, son como una manada de mandriles.

—Yo no me he apuntado a la prueba—señaló Dianne, confundida. Hasta que algo se encendió en su mente y puso mala cara—. Lo mato.

Dianne y la cámara secreta² ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora