Capítulo 3: Problema.
Suspire cansada, sentir mi cuerpo más relajado con tan solo ver a mi familia respirar.
El muchacho no ingresó a la casa, cuando entre como un bólido el quedó atrás, al salir de la casa en su búsqueda ya no estaba.
Cerre las puertas confundída y algo aterrada por lo sucedido, aún sentía esas oscuras manos en el bosque rasguñar mis prendas.
Al pensar en eso recordé los rasguños en mi espalda, aún ardían.
Busqué las vendas, algo de agua y unos algodones para curar yo sola esto, no debía despertar a mamá, no quería asustarla.
Ella le temía a los demonios, no quería que tener contactó con ellos, así que no sabría que uno de esos monstruos me rasguño y lastimó.
Gruñi con el contactó del agua en mi respalda.
Estaba de espaldas a un espejo pequeño con la cabeza por sobre el hombro, la herida era bastante grande, no era profunda por suerte, sanaria pero dejaría una cicatriz.
Una vez vende la herida me senté en mi Futon, dormiria boca abajo por el dolor.
¿Cómo le ocultaria esto a mamá?, cuando deba llevar en mi espalda el canasto, mamá quiere descansar, se lo merece.
Estaba confundida y el rostro de ese muchacho no se iba de mi mente.
Yoriichi.
Así dijo que se llamaba, un nombre hermoso.
—¡Sakoto arriba!—La puerta fue abierta repentinamente, abri los ojos y me reincorpore con cuidado—¿Por qué duermes así?
—Es más comodo, mamá—Sonreí, mamá asintió dudosa—Enseguida me levantó.
—Llenare el canasto—Al salir mamá, suspire adolorida.
Deseaba seguir durmiendo pero debía prepararme, me vestí con unas prendas diferentes, la anterior tenía tres grandes rasguños que serían muy evidentes.
Me hice una trenza que acomode en el costado derecho para que no me molestara al bajar la montaña.
Envolvi mi Futon y Salí de la habitación en dirección a la mesa.
Me sorprendi de ver al abuelo sentado en su silla habitual, solía desayunar en su habitación. Me senté a su lado tomando la taza que aún estaba vacía, le verti té en su interior.
—Te has levantado más tardé de lo normal, ¿Todo en orden?—Pregunto mamá sentándose frente a mi.
—Si, todo bien sólo estaba cansada es todo—Mentí bebiendo el té.
—Pobrecita, debe ser mucho trabajo para ti, quizás debería regresar al trabajo en tu lugar..
Dejé la taza sobre la mesa rápidamente, interrumpiendo a mamá, las miradas se posaron sobre mi.
—¡No mamá!, no es necesario, yo puedo seguir bajando la montaña—Asegure.
—¿Estás segura?, no quiero que esto te haga dañó, es mucho Satoko, además ya he descansado lo suficiente.
—Mamá, durante años lo has hecho tú sola, dejame devolverte todo lo que hiciste por mi y el abuelo—Tomé sus manos con delicadeza.
—Esta bien, tu ganas.
Nuevamente tenía el canasto en mi espalda, agradecía que esta vez habían sido pocos panes los que había preparado mamá.
Me despedi de mi familia y bajé la montaña con miedo, no quería cruzarme con ellos otra vez.
Pero prefería arriesgarme yo a que sea mamá, jamás me lo perdonaría y no podría estar tranquila sabiendo que mamá esta bajando la montaña con esos monstruos merodeando la zona.
No creí que llegaría a el pueblo con la herida en mi espalda, traía una venda alrededor del torso pero eso no me quitaba el dolor.
Vendí los panes a las mismas personas, agradecía ver a tanta gente caminando por el pueblo, me sentía más segura.
Sin más opciones me detuve en un banco, no pude evitar soltar quejidos de dolor. ¿Debí decirle a mamá?
Aún faltaban unos pocos y como tenía hambre me dediqué a comerlos, ya tenía suficiente dinero por lo que no debía recorrer el pubelo nuevamente.
Hasta que me detuve al reconocer una cabellera roja a la distancia.
Como olvidarlo.
Era Yoriichi, creí que se habría marchado del pueblo. No logré agradecerle por salvar mi vida y ayudarme a llegar a mi hogar juntó a mi familia.
Era curioso encontrarlo justamente aquí.
Caminé hacía el, justamente antes de llegar a tocar su hombro el ya había volteado, retrocedi un paso.
Me examinó con la mirada, su suave mirada se detuvo en mis ojos.
—¿Te acuerdas de mi?—Pregunté sonriendo, asintió
—Eres la chica de la montaña—Habló en tono suave—¿No estabas herida?
—Si, pero estoy mejor—Arqueo una ceja—Quería agradecerte por haberme salvado, no cualquiera lo hubiera hecho.
—No debes agradecer, la vida es lo más importante en este mundo, se apreciar la vida de cualquiera—Confesó sonriendo—Pero no deberías estar aquí, por favor regresa a tu hogar.
Sonrió dandome seguridad. A pesar de eso negué.
—Aún falta un poco para que anochezca—Recordé las palabras del abuelo ¿Cazador de demonios?—Tú...—Comence—¿Eres un cazador de demonios?
Su mirada reflejaba sorpresa.
—Así es, ¿Cómo lo sabes?—Pregunto.
—Bueno, ayer precisamente mataste a dos de ellos—Le recordé con una sonrisa. Me la devolvió provocandome nervioso, jamás había hablando durante más de dos minutos con un chico, mamá era muy sobreprotectora—¿Te estás quedando aquí?
—Solo camino por la zona.
Miré a los lados, los puestos comenzaban a cerrar.
—Debería irme, muchas gracias, Yoriichi—Asintió.
—Puedo...acompañarte—Tartamudeo—Es peligroso aún.
—Claro, como gustes.
Comencé mi caminó para llegar sobre la montaña, esta vez en compañía de Yoriichi quien se veía muy sereno como para estar cazando demonios, su aura transmitía paz.
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Mi Camino / Yoriichi Tsugikuni
Mystery / ThrillerSatoko, una campesina de un pequeño pueblo a los pies de una montaña. Una muchacha de buen corazón, alegre y comprensiva. Miles dudas que esperaban una repuesta a sus miles de preguntas. Un buen acto le traería lo que para su vida es inesperado. Yor...