A de alfa

Ofrenda

Las hojas de los árboles se movían junto con el silbante viento cálido de esa estación tan bella. Marzo era lindo, marzo era esperanzador, se dice que marzo es el mes en el que surge el amor.

Cualquier arrogante diría que no, se las daría de alguien frío al cual los rayos del sol no lograban tocar ni acercarse a su corazón, pero todos sabemos que eso es una mentira. Ya sea en deseo o realización, todos sienten amor, todos quieren amar, todos esperan sentirse amados. De una u otra forma, negar el amor es de idiotas.

Y uno de los mentirosos idiotas en el mundo era un alfa albino. Aunque más que un idiota solo era inseguro, entonces se le podía perdonar sus blasfemas, groserías y malos chistes dirigidos a aquel sentimiento que lo consumía por dentro. No es que los dijera siempre, es más, ni siquiera lo decía frente a terceras personas.

Cuando cualquiera se atrevía a preguntarle sobre si tenía intereses románticos o si había comenzado a salir con alguien él solo respondía seco y frío "—No te interesa.—" Porque lamentablemente esos cuestionamientos siempre eran hechos cuando cierto omega que se había adueñado de su corazón estaba cerca, porque no se trataba de otro si no de su mejor amigo desde la infancia, Gon Freecss.

—Otro maldito día de escuela.— Se levantó como siempre, tomó un baño, sus prendas de ropa, y para terminar fue con una especie de plumón hasta su espejo. —Hoy la gente compra flores.— Destapó el delineador. —Chocolates, a veces vinos.— Acercó la punta al final de su ojo para pintar una fina raya. —Los pasillos huelen a tinta de pluma, papel nuevo.— Rellenó y una delgada línea negra pasó por sus pestañas, dejando ese ojo para ir al otro. —Muchos van a llorar, me gusta escuchar como se lamentan por el lugar.— Replicó lo mismo para por fin igualar ambos. —Porque eso les pasa por ser estúpidos.— Tomó su celular, su mochila y corrió lejos, listo para empezar su día en la preparatoria.

Killua Zoldyck no blasfemaba contra el amor frente a otros, solo frente a él, porque estaba seguro que jamás sería correspondido y que lo único que le quedaba era esperar  a que, al igual que las flores regaladas ese día, el tiempo marchitara su sentir.

Pobre alfa pesimista, esa técnica no había funcionado durante tres marzos y aún esperaba que sucediera. Porque cuando el amor muriera sabía que no se sentiría mal por solo ser llamado mejor amigo, porque deseaba ya no sentir celos cuando alguna beta se acercaba al mayor que rondaba su mente, porque no quería volver a tener al otro en su imaginación cada seis meses atormentando esa etapa donde cariño ajeno era necesario.

Por eso Killua Zoldyck siempre repetía que los enamorados eran estúpidos, porque él lo estaba y así se sentía.

Afortunadamente para un alfa inseguro un omega desvergonzado era la solución. Gon Freecss era ese omega.

Gon amaba amar porque siempre había amado y había sido amado. Por su tía, por sus amigos, por la gente que más atesoraba, entonces él no tenía pudor en demostrar afecto, en decir:

Te quiero.

Y recientemente, cerca del diciembre pasado, él se había dado cuenta que amaba a su mejor amigo más allá de la amistad. Es una historia algo absurda, tonta como él mismo podría llegar a ser. El albino siempre había estado para él, procurando, buscando, siguiendo, queriéndolo a su forma sin decirlo con palabras esperando que sus pequeñas acciones dijeran por él aquello que no podía su lengua ni pronunciar. Por eso, en esa nevada donde vio como el albino hablaba animadamente con un omega pelirrojo, algo dentro de él se alertó.

Veía esa gran risa estridente y burlona salir de su boca mientras pasaba su brazo alrededor de los hombros del más bajo acercándose a su oído, contando un secreto que ni siquiera él podía descifrar, pero lo que más le molestó fue ver como aquel chico extraño le devolvía el gesto, solo que el secreto dicho causó un rojo en la piel pálida del menor.