Ronroneo Alfa

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Hay cosas que solo hacen las parejas. Besarse en los labios, tomarse de la mano al salir, abrazarse en las noches, pero entre todas esas siempre existe una que para muchos omegas es su favorita.

 Escuchar a su alfa ronronear.

No había razón para que fuera la predilecta, simplemente lo era. Muchos pensaban que era algo que se suscitaba porque, para que los de la casta dominante comenzaran a producir esos dulces sonidos, debías tocar sus orejas de felino salientes de su cabeza, cosa que incluso los familiares más cercanos dejaban de hacer una vez los niños cumplían cinco años. Se volvía una zona que solo la pareja podía tocar a futuro. Algo privado.

Pese a esto, un omega en pareja de nombre Gon nunca lo había intentado, no lo había pensado hasta esa noche donde, al tener demasiada energía como para dormir, puso la televisión para matar el tiempo. Una película algo extraña apareció, no recordaba la trama, solo esa escena donde una beta le pide a la alfa tocarla y escuchar su ronroneo. Solo por eso quiso hacerlo, porque le pareció tan dulce que estaba seguro le pediría a su novio que dejara le acariciara las orejas. Sí, siempre las vio suaves y esponjosas, ¿por qué nunca se lo había pedido? no sabía, pero ahora quiere. 

De cualquier forma ya habían pactado un encuentro el día de mañana y se aprovecharía de eso para resolver rápidamente su necesidad impaciente.

Fue mala idea emocionarse por ver una película, casi no pudo dormir.

El siguiente día llegó, estaba listo. Tomó su mochila con su pijama y un cambio de ropa que hizo en la madrugada, se despidió de su casa, y caminó hacia la parada de autobús que lo dejaría en el departamento del alfa que amaba desde que lo conoció por terminar en el hospital y ser atendido por su padre, un hombre algo gritón pero amable. 

"¡Estoy tan emocionado!" El moreno solo pensaba en su pareja como un loco enamorado, Killua Paladiknight era su nombre y describirlo, a palabras de Gon, sería demasiado tardado. Solo podría decir en palabras simples que era genial. 

Acercarse a él había sido algo complicado, la actitud del alfa era reservada y tajante, pero bueno, el omega era de lo más terco y lo demás es historia. 

El camión tardó algo en llegar y el tráfico también fue pesado, pero no estaba preocupado por la hora, sabía que el albino no estaba aún en el departamento a causa de un trabajo en la universidad, y que si las cosas fueran rápido entonces llegaría a una casa vacía. Por eso no se preocupó, en realidad se regañó por no revisar el reloj y darse cuenta que había salido media hora antes de lo necesario. Sea lo que sea, el camino fue tranquilo, su imaginación volaba por lo que el alfa haría ante su petición. Tal vez lo llamaría idiota mientras decía que estaba bien, o se sonrojaría cuando lo tocara, no sabía, solo estaba desesperado por escuchar el tierno sonido saliente de su pareja.

Cuando llegó se topó con la agradable sorpresa de encontrar al otro en la entrada del edificio de igual forma, llegando. Rieron, el mayor lo besó por sorpresa y vivió su fantasía romántica al entrar abrazados al lugar, sin despegarse ni un segundo hasta estar dentro de la casa del alfa.

—Compré algo de pasta para comer en ese restaurante que te gustó la vez pasada.— Mostró una bolsa antes de dejarla sobre la mesa de la sala. —Ya mañana cocinaré algo, espero no te moleste.— 

—¿Bromeas?— Movió su cola de un lado al otro. —¡Eso significa que podremos pasar más tiempo juntos sin que te tengas que alejar!— Aunque admitía que ver cocinar al Paladiknight siempre era entretenido, ese día quería tener a Killua solo para él.

—Entonces...— Se mordió los labios. —¿Qué quieres hacer primero?— Rascó su nuca. Siempre salían y se divertían, pero sabía que el moreno le había pedido permanecer juntos ese fin de semana para ser amorosos. No entendió porque, pero estaba feliz por eso y su corazón latiendo a mil era la prueba, ¿Qué se puede decir? ese alfa frío y distante cayó por un omega de lindos ojos marrones.

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