Anidados

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La junta de cazadores iba a comenzar, las cosas iban terriblemente mal desde hacía dos años.

Alfas salvajes habían renunciado a los pueblos que los habían acogido, y habían escapado con sus familia, se desconocía su paradero pese a haber bastantes cazadores en sus búsquedas. Pusieron demasiado empeño en recuperarlos, muchos recursos y personal, pero algunos de estos rastreadores también habían desaparecido durante esa labor. No solo eso, se conocía que su mejor cazador había escapado de su puesto al enlazarse con un alfa salvaje desconocido y no había tiempo para capturarlo.

Todo iba mal, no podían creer lo que pasaba, necesitaban recobrar el control rápidamente, sus ingresos se habían ido por los suelos. 

Afortunadamente ese día la junta no era para discutir todos sus problemas, en realidad era para recibir la fortuna de una de las más grandes familias de alfas que habían existido: Los Zoldyck.

Al parecer uno de los hermanos Zoldyck estaba dispuesto a comprar a un omega de la asociación, dejaron en claro que no podían vender a su trabajador o trabajadora si éste no lo deseaba, pero ellos aseguraron que sí, que el omega de su interés lo había aceptado. Tampoco sabían de cual hermano se trataba, habían descartado a la señorita Alluka al ser la única con pareja, y por la personalidad de los restantes creían que se trataba de Kalluto. No les importaba, necesitaban ingresos.

La junta tomó asiento en la amplia mesa ovalada, les avisaron que el comprador había llegado y se dirigía a ellos. El silencio fue interrumpido por el sonido de pisadas, bastantes para solo ser unos cuantos guardias que usualmente acompañaban a los alfas en su compra (se conocía que los pasos de esa familia eran inaudibles). 

Repentinamente todo volvió a quedar sin ruido, y unos amigables toquidos se presentaron en la puerta al instante, la junta se puso de pie.

—Adelante.— La voz de un anciano hizo eco y la gran puerta de roble fue empujada. Un ligero sonido de sorpresa fue expulsado por los de la mesa.

Un hombre de cabello blanco se inclinó dando una reverencia. —Buenas tardes, soy Killua Zoldyck, representante de la familia Zoldyck y comprador interesado.— Los cazadores se vieron entre ellos. Nunca habían escuchado sobre él, pero tampoco podían dudar, los hermanos de tan distinguida familia se hallaban detrás, con la cabeza erguida mostrando respeto al alfa dominante de la "camada".

No solo eso, una persona con capa verde estaba a lado del albino, y no era la única con esas características. Detrás del grupo familiar se encontraban decenas de personas vestidos con capas de color blanco. Todo se veía realmente tétrico.

—Adelante.— Dijo el líder de la asociación sin vacilar. No le temía a unos cuantos alfas y siempre supieron que esa familia intentaba parecer intimidante a donde sea que fueran. La muchedumbre comenzó a avanzar pero en algún punto el anciano interrumpió. —No esperábamos recibir a tantas personas, lamento decirle que los demás deben detenerse en ese punto.— Killua asintió y continuó caminando hasta el hombre, estrechó su mano.

—Un placer conocerlo.—

—El placer es mío.—

—Sabemos a lo que venimos.— Señaló la silla delante para que el alfa tomara asiento. —Usted sabe que la "donación" hecha al desear a un cazador a su lado solo se hace cuando éste ha aceptado previamente, ¿no es así?—

—Es correcto.—

—Y que la cantidad depende del grado que tenga el cazador.—

—Soy consciente.— Los cazadores volvieron a mirarse entre ellos.

—¿Cuál es el nombre del cazador?— Una sonrisa ladina se dibujó en el alfa. Levantó su mano para mostrar su palma, la persona que previamente se hallaba a su lado caminó hasta él para tomarla.

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