único

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Estar en una relación de quince años no es fácil, obvio que no, pero aún así tomamos el riesgo y estamos juntos hace esa cantidad de tiempo. Comenzamos a ser novios a los quince años, a los veinticinco nos casamos y ahora tenemos treinta años, según yo, siendo un matrimonio lleno de amor, confianza, intimidad, seguridad y complicidad.

Pero desde hace ya varios meses, seis para ser específico, comencé a notar cambios en HyeRi, mi esposa, confidente, primer amor, y amante. Ella pareciera que ya no me amara como lo hacía antes. No me esperaba despierta para hablar de cómo me fue en el trabajo, no me cocinaba sus ricas recetas, apenas hablaba conmigo, ya no sentía sus caricias. Yo no entendía qué pasaba, y las veces que quise hablarle ella esquivaba el tema de conversación.

HyeRi es una mujer hermosa, caderas y busto anchos, una fina cintura, cabellera corta de color negro, ojos pequeños del mismo color que su melena, cuando te veían fijo sentías que podía mandarte a otro mundo. Sus manos y piernas tan delicadas y hermosas, la piel apenas bronceada, el rostro con facciones de una mujer adulta y madura. Sí, mi esposa es hermosa del derecho y el revés, su personalidad también es despampanante, y, nunca creí que diría esto, pero gracias a sus encantos comencé a sentirme inseguro. ¿Y si ella cambió conmigo porque encontró a alguien mejor? Alguien que pudiera estar a tiempo completo con ella.

Cosa que es algo tonto, porque yo confío plenamente en ella, pero el miedo de que se esté viendo con un hombre que no trabaje todo el tiempo, que la ame más, que le haga el amor mejor que yo, que la haga sentir como yo la hacía sentir. Eso, pensar en eso me destroza el alma y corazón en mil pedazos. Ambos dimos todo en esta relación para llegas hasta donde estamos, porque a pesar de las peleas que tuvimos, o de la gente que decía que no cumpliríamos ni un año en pareja, nosotros seguimos adelante haciendo oídos sordos. Pero ahora, pareciera que solo yo le pongo esfuerzo al matrimonio.

Ella no está obligada a nada, y lo sabe, sabe que si quiere irse tiene las puertas abiertas, aunque cuando pase por ahí mi corazón se vaya con ella. Hace no más de una semana hicimos el amor, y ella...ella no me tocó como la hacía siempre, pareciera ser otra persona, tanto que ni siquiera pude llegar al éxtasis por estar pensando en que ella no es mi esposa, sino otra mujer, una imitadora.

Yo trabajaba de médico pediatra, me encanta mi trabajo, dí toda mi vida para estudiar la carrera y adoro a los niños. Desde adolescente, que tenía que cuidar a mis primos pequeños, o hasta a los hijos de mis vecinas, me dí cuenta que adoraba verlos felices, ayudarlos en sus pequeñas tareas y sacarles una sonrisa. Por eso mi sueño desde siempre fue ser padre, deseo tres niños rondando por la casa, llamándome papá, y a HyeRi mamá. Pero claro, ese trabajo me ocupaba la mayoría de tiempo, si bien me encanta la carrera, trabajar con infantes no es fácil.

Ahora me encontraba en casa, había tenido mi día libre en el trabajo pero simule que me iba, yéndose HyeRi detrás mío. Volví a entrar en casa y la esperaba pacientemente en el sillón del living, ya se había ido hace tres horas, y el pensamiento de que ahora se podía encontrar en una cita con otro hombre que la haga feliz, o teniendo sexo, me estaba matando. Quería dejar de pensar en eso, pero no podía cuando, literalmente, toda la casa gritaba HyeRi. Sus ropas tiradas por ser tan desordenada, los collares guardados en una pequeña cajita sobre el mueble, la película que vió anoche antes de dormir, los cuadros con las fotos que tenemos juntos.

Empezamos a ser novios cuando teníamos quince años, nos conocimos a los trece, y el primer año de relación puedo admitir que fue un caos. El primer noviazgo de los dos, eso implicó los primeros besos, celos, conocimientos, cosas nuevas a descubrir, y afrontar muchas cosas nuevas. Para darnos un beso en los labios, que no sea piquito, estuvimos cinco meses ya que lo considerabamos verdaderamente especial, y para tener nuestra primera vez esperamos hasta el aniversario. Estábamos en el mismo grupo de amigos en la secundaria, tal vez por eso también quisimos esperar tanto, porque si lo hacíamos antes y nos separabamos las cosas iban a quedar sumamente incómodas.

Imitadora| jjk.✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora