Ángel mortal

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La noche anterior fue algo extraña, una sensación dolorosa invadía mi pecho.

La mañana era cálida, el sol hacia brillar las flores en el Edén y la cocina dejaba salir de ella los aromas deliciosos que generaba la comida de Raquel.

Pude ver a las otras chicas recolectar fruta y vegetales del jardín, no se les ve mucho por aquí, ellas solo están en su habitación y con el Monarca, pero rara vez me he dado cuenta de aquello.

-La señorita Sol se encuentra dispuesta hoy al parecer.

-¿Asmodeo?

-El mismo- dijo el chico parándose a mi lado -Era tarde y decidimos quedarnos.

-Creí que los demonios adoraban la noche.

-Así era, aunque en lo personal me llena más el día, me siento totalmente emocionado cada que veo al Sol brillar

-Sabes Asmodeo, me gusta estar contigo.

-El sentimiento es mutuo señorita Sol.

Caminamos a sentarnos juntos al manzano enorme que visitamos hace un par de días.

-Me temo que debo disfrutar mucho el tiempo aquí.

-Al menos hasta que me descubran.

-Querida Sol, lo harán pero me encargaré de que vivas para contarlo.

-Sabes, a veces me preguntó si en verdad son ángeles, jamás he visto sus alas.

-¿Me ves con cuernos y cola?

Me sentí apenada por tal pregunta.

-No...

-Las tenemos, pero solo se muestran en momentos de peligro, son como herramientas.

-Me temo que algún día tenga que usarlas y no cuente con ellas.

-Sol, eres un amanecer muy lindo, Afkiel se apiadará de ti.

-Dudo mucho que se apiade de una mortal.

-¡¿De qué mortal hablan?!

La voz de Afkiel interrumpió el momento haciendo que mi respiración se pausara por instantes

-De...Raquel.

-Te dije explícitamente que no quería verte hablar con otros hombres.

-Tranquilo hermano, tu chica está a salvo aunque dudo que quiera estar contigo siendo así de...posesivo.

-Tu no te metas maldita serpiente lujuriosa.

-Al menos tengo un don ¿Tu que tienes? Ni siquiera has de saber volar.

-No me retes.

-No es un reto, es una advertencia de que si tratas mal a Sol, las pagarás.

-Si te gusta tanto, llévatela al infierno, me da igual.

-Si tanto te doy igual déjame en paz.

-Tienes razón Sol, me importa una mierda que te suceda, de ahora en adelante cada que mi padre se pase de imbécil contigo no te defenderé.

Afkiel nos dejó ahí, después de su rabieta.

-Entonces era verdad.

-¿Qué dices?

-Afkiel se enfrentó con su padre en la cena de anoche, lo amenazó y expuso como una bestia.

-¿Cómo una bestia?

-Mas bien dijo que era un hijo de puta, me acuso a mi y a mi pecado de las barbaridades que hizo el monarca.

-Porque eres la lujuria.

El Sol Del Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora