Diario de navegación del detective privado Fiz Arou a bordo de su contenedor de basura transtemporal y en ocasiones salvacuentos.
Llegué muy a tiempo. La procesión había empezado. El Emperador salía de palacio bajo palio y con aire pomposo. Las multitudes, debidamente sobornadas con bolsas de bocadillos, chuches para niños y días de asuntos propios, empezaron a aclamarlo en voz alta como a un Generalísimo cualquiera. Por debajo comenzaron a oírse silbantes cuchicheos al ver al gobernante en cueros.
Intrépido como siempre, me interné entre la muchedumbre a base de oportunos codazos y algún certero rodillazo. Sabía lo que iba a pasar, pero no estaba seguro de donde se produciría el suceso. Es lo malo de los cuentos, no hay GPS y tienden a la indefinición geográfica. Solo me ayudaba mi intuición detectivesca. Muchos niños iban a su aire y sin tutela paterna, lo que me resultaba un extraño arcaísmo. Por si fuera poco, portaban ramos de flores y en vez de jugar con el móvil estaban expectantes hacia lo que ocurría a su alrededor. Una joven adolescente se destacaba del resto. Se había encaramado ágilmente a la punta de uno de los pabellones destinado a la Corte justo enfrente al que ocuparía el emperador.
Esa es - me dije.
¿Una chica? -me contesté.
Hans Christian le cambió el sexo -le respondió mi lado espabilado.
Maldito patriarcado- se atrevió a sentenciar mi parte dubitativa.
Me puse debajo del tinglado y esperé la ocasión. Cuando llegó el desfile real oí el esperado:
"¡Pero si no lleva nada!"
Y haciéndome pasar por el padre de la criatura solté aquello de:
¡Dios bendito, escuchad la voz de la inocencia!"
Oh, oh, oh -soltó el rebaño
Andersen comenta que el Emperador se puso todavía más altivo que antes y siguió como si nada. No es cierto, yo vi a un tipo abochornado, colorado como un tomate en sazón y con la dignidad por los suelos. Andersen es un cuentista.
Larguémonos - le grité a la adolescente
¿Por queeeé? - me soltó sin moverse.
Porque los adultos no soportan que los niños los tomen por idiotas y después de las aclamaciones por quitarles la venda de los ojos, vendrán a por ti. Y no con buenas intenciones.
¿Y tú quién eres para tratar de salvarme?
Fiz Arou, detective privado en contenedor y recomponedor de historias mal acabadas. Baja ya si quieres salvar el pellejo.
Se deslizó como una centella bajando por la barra y aterrizó a mi lado. La gente estaba inmovil, en estado de muda estupefacción y solo algunas risas aisladas rompían la unanimidad de la manada.
Corrimos sin obstáculos y mientras salíamos de la plaza le pregunté a la chica:¿Dónde viven tus padres?
Soy huérfana.
¿Y dónde vives?
En un apartamento en la playa, tengo una amiga que me lo deja cuando ella vuelve al mar.
¿Es marina o pescadora?
No, es sirena.
Ah Ariel.
¿Ariel?
Así la llaman en la película de Disney.
¿Quién es Disney?
Uff vaya lío. Luego te lo cuento aunque no es de este cuento. Ya estamos llegando al contenedor. Nos meteremos dentro e iremos junto a tu amiga en un momento.
(Capítulo 59 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)
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Salvando a la niña que avergonzó al Emperador
ЮморAsí quedó el famoso cuento de Andersen cuando un detective privado llegó en un contenedor mágico para recomponerlo. https://bit.ly/3D8YQtk