Olivia Davies
Rea no para de repetir que las fiestas de Jason Aldrin son legendarias.
A pesar de que mis expectativas de tarde de viernes eran las de una tarde normal, tranquila y en la que nadie me molestara, he acabado con dos «rivales» de mi mejor amiga en mi casa haciendo el trabajo de Historia que tendría que haber empezado ayer con uno de ellos hasta que Rea ha llegado, se ha puesto histérica al verlos allí, los he echado educadamente y luego he pasado dos horas escuchándola desahogarse.
En fin, no ha sido una tarde tranquila. Y parece que la noche tampoco va a serlo.
Desde que Holt ha venido a recogernos, Rea está obsesionada con repetir que esta noche va a ser épica. Me preocupa que, después de lo que le ha pasado esta tarde, quiera compensar su día desmelenándose en la fiesta. Holt no para de echarle miraditas por el retrovisor con el ceño fruncido, sin saber lo que le pasa. Se ha dado cuenta que esta mañana no tenía tanta energía y que, en general, Rea nunca la tiene.
Holt aparca el coche al final de la larga entrada de la casa, necesitando bajar el volumen de la radio para hacerlo; Rea es incapaz de no burlarse de él por ello. El pelirrojo rodea nuestros hombros con sus brazos mientras caminamos hacia la fiesta pues es quince centímetros más alto que nosotras. A pesar de que el sol ha desaparecido hace algunos minutos, aún no es del todo de noche y el cielo se tiñe de colores azules, rosas y morados.
Rea nos relata la historia de cómo tuvo que pedir ayuda a su vecino para entrar en su casa porque no tiene llaves y ella tuvo que fingir que no lleva colada por él desde hace meses porque lo escucha cantar cuando está en la terraza.
—¡Os lo juro! Creía que me caía redonda de lo mucho que me temblaban las piernas. ¿Es físicamente posible que alguien sea tan guapo? Y además, me llamó «preciosa». Pero en plan así: «preciosa» —imita con voz grave haciendo que Holt y yo estallemos en carcajadas aún más si es posible—. ¡Ni siquiera sé cómo no notó que solo tartamudeaba! —Ella también acaba soltando una carcajada.
Reímos sin parar hasta que se nos escapan las lágrimas. La gente a nuestro alrededor hace caso omiso de tres adolescentes llorando de la risa por una historia sin sentido. Me percato de que hay muchas caras desconocidas, lo que me hace saber que hay gente de los demás institutos y quizá incluso de la universidad, como en el resto de fiestas de Jason Aldrin.
Nos detenemos al comienzo del camino de tierra para calmarnos y poder entrar en la fiesta con dignidad. A Holt y a mí nos cuesta tanto parar de reír que casi nos tiramos al suelo pero Rea detiene sus carcajadas muy rápido. Cuando nos damos cuenta y levantamos la vista hacia ella para saber qué ocurre, está paralizada. Mi mejor amigo y yo seguimos su mirada hacia las escaleras del porche donde un excesivamente guapo chico con el pelo revuelto la mira con una rosa en la mano.
—¿Ese es el gran Gatsby? —pregunto sin apartar mis ojos del agradable ser a la vista. No soy capaz de resistirme a hacer la broma.
Gatsby es el novio universitario y súper misterioso de Rea. Cuando se ha presentado esta tarde en mi casa dos horas antes de lo previsto, no era por nada más y nada menos que él. Casi me ha suplicado con la mirada que echase a Rhett y a Matthew de mi casa para poder hablar con ella. Se ha derrumbado en el instante en el que la puerta de entrada se ha cerrado detrás de Rhett.
Me ha contado entre lágrimas que lo conoció en una cafetería cerca del campus universitario, que se fueron encontrando casualmente por la ciudad hasta que le pidió una cita, se enamoraron de una manera muy romántica y pretenciosa y empezaron a salir con un poco de drama por el camino. Estudia Filosofía en la IUB y tiene un grupo de música experimental que toca todos los sábados en un café cerca de la universidad, toca el chelo con maestría, lee ensayos sobre la influencia de la arquitectura en la sociedad por gusto, cree que toda la música comercial es una basura y ni siquiera le gusta Timothée Chalamet. Rea estaba encantada con él (lo que aún no comprendo) hasta que hoy iba a darle una sorpresa yendo al campus y sentándose bajo el árbol a donde le gusta ir y recitarle el fragmento de Don Juan Tenorio que ha tenido que aprenderse para la audición de la obra de teatro.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que se caiga el cielo
Fiksi RemajaA lo largo de toda su vida, Olivia nunca ha dejado de fingir sin saber. A lo largo de toda su vida, Rhett nunca ha dejado de sentir sin saber. Ambos descubrirán que nada es lo que parece. Un proyecto sobre mitología griega y varios líos bastante enr...