<Atenea>
Una vez más era jueves... Había pasado algo más de un mes desde que inicié en aquel mundo de los "dementes", como diría mis padres.
En aquellas cinco sesiones que ya había tenido, Chiara, me había tratado como una verdadera madre. Me sentía bien con ella... Sentía que podía confiar. Es por ello que no tuve necesidad de ocultar mis sentimientos, lo mismo que me sucedía con ellos, Luca y Betty...
El proceso iba en marcha, viento en popa. Yo hablaba, y ella me ayudaba. Me enseñó "la técnica de los cinco sentidos", al menos así era como ella la llamaba; también, me enseñó diferentes respiraciones para calmarme, entre otras cosas... Era simplemente increíble.
La última vez que hablamos mencionó algo de una especie de "mapa". No espero ya nada de ella, pero me tiene intrigada por saber qué es ese "mapa".
-Buenas tardes, Chiara -saludé, cerrando la puerta del consultorio con suavidad y limpiandome las botas en la alfombra de la sala de espera.
-Hola, hola, Atenea -respondió con felicidad invitándome a entrar a su sala- ¿Qué tal te fue la semana?
-Pues bastante bien, diría yo. Quedé con mis amigos, visité a unos familiares algo lejanos de mi padre, y luego estuve en casa... Leyendo y escuchando música... En mi habitación, alejada del mundo. Alejada de todos.
-¿A qué te refieres con "alejada de todo"? -preguntó mi psicóloga con su bolígrafo en mano.
-Pues, ya sabes, me refiero a estar más asocial en estos días. Donde he preferido estar más conmigo y no tanto con el resto... -intenté evitar la mirada de la mujer que me quería ayudar. Sentía que mentía y solo soltaba una excusa tonta, aunque fuera cierto- Tal vez, no estaba alejada de todos, solo de mis padres...
-¿Ha ocurrido algo con tus padres últimamente?
-No, todo sigue exactamente igual pero, yo que sé. Siento que yo soy el problema de que ellos estén, como más... Extraños.
-¿De qué forma? -cuestionó, atenta a mi respuesta.
-Están más distantes, no suelen hablar tanto entre ellos como lo hacían antes... Y pues suelen discutir algo más a menudo. Me siento culpable por ello, por tener un comportamiento tan de cría y no estar cuando me necesitan...
-Atenea, comprendo que puedas estar pasándolo mal al igual que ellos pero no debes sentirte culpable ni mucho menos por esta situación -inspiró aire y lo soltó-. Ellos son adultos Atenea, y tal vez están pasando por una mala racha. Pero no dejes que esto afecte a tu persona.
-Pero si eso fuera cierto, ¿Por qué no me lo han comentado? Si tal vez es, yo que sé, porque ya no siente lo mismo hacia el otro, o por un tema económico o por lo que sea... Porque no me lo dicen...
-Puede que está situación no te repercuta como tal y no le vean importancia.
-Pero si es un tema económico puedo ayudar, puedo conseguir un trabajo que me venga bien con el horario de la universidad... Yo que sé, ya no soy una niña, puedo hacer algo por ellos, sabes.
-Atenea, es cierto lo que dices y por ello te recomiendo que antes de esperar a que lo hablen ellos contigo des tú el primer paso. Sé valiente y hazlo.
-No sé si pueda. Después de pensar tantas cosas sobre ellos, no me siento cómoda expresando mis sentimientos. No quiero que me vean llorar y que me juzguen... -nos quedamos en silencio, y retomé la conversación- Tal vez Luca tenga razón, tal vez todos estemos viviendo en el mismo naufragio, ahogándonos y buscando tierra para salvarnos... Tal vez ellos también lo estén y me necesiten... Tal vez debería de hablar con ellos cuando vuelva a casa.
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Fuera de mi pecera
Novela JuvenilLas personas somos bichos raros, complicados, y hechos mierda por dentro. Algunas personas son como Atenea. Una guerrera soñadora que vive en una mentira, y ahora se encuentra encerrada en su propia cabeza. En su propia pecera. Otras son como Luca...