Capítulo 14

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Sonia sonrió con los ojos cerrados mientras dejaba que el sol cayera sobre ella. Llevaban ya una semana en la isla y era solo la segunda vez que bajaban a la playa, el resto del tiempo habían estado...ocupados, muy ocupados en mitad de una enorme cama.

Estaba tan feliz. Dante era un amante estupendo y generoso, le dejaba temblando con solo un suspiro y ella nunca habría esperado encontrar eso en un matrimonio pactado. Además, era tan inteligente. Cuando no estaban ocupados en los deberes maritales hablaban sobre temas muy diversos, pero sobre todo hablaban sobre lo que mejor se le daba a él. La Grecia clásica, y por mucho que lo negara, estaba empezando a convencerla que la mitología griega era mejor que la romana, pero no se dejaría vencer tan fácilmente.

También tenía tiempo suficiente para hablar todos los días con su hermana y con su madre, también con Azahara que la encontraba muy extraña, estaba ausente. Según le habían contado, cuando llegó a España de nuevo le dijo a su querida Consuelo que podían volver ya a Italia, pero la mujer al verla no había querido. Finalmente, ante la insistencia de su tía, Consuelo y Jeffrey regresaron a Italia. Eso tenía a Sonia preocupada, en la boda había estado bien, después la perdió de vista y lo siguiente que sabía es que quería volver a España.

Dejó de pensar en eso cuando escuchó a Dante llamándola para que se uniera con él al agua. Sonia se incorporó levemente en la tumbona y lo observó desde lejos. Llevaba un bañador a medio muslo que le quedaba de infarto, su pelo mojado brillaba a la luz del sol y a pesar de que solo habían salido un par de días a tomar el sol ya se le notaba un bronceado a diferencia de ella que era de un pálido casi mortecino, pero no tanto como su cuñada, Caterina.

—Prefiero seguir tomando el sol. —Y nuevamente se recostó en la tumbona.

Unos segundos después notó que el sol ya no le llegaba y noto como caían gotitas de agua sobre ella. Abrió los ojos y se quitó las gafas de sol para ver a Dante sobre ella con las manos apoyadas en el reposabrazos de la tumbona. Ninguna parte de sus cuerpos se tocaba, pero ella era capaz de sentirlo.

—Deberías ponerte más crema de sol, te puedes quemar.

—Ya me he echado hace un poco.

De pronto notó como el respaldo de la tumbona caía haciéndola quedar en posición horizontal.

—Mira, aquí se empieza a poner rojo. —Le dijo tocándole el muslo. —Date la vuelta y te doy crema.

Sonia debía reconocer que en ese momento actuó como una autómata sin voluntad propia y se giró quedando de espaldas a él. Dante le soltó el nudo que ataba el bikini a su espalda y después sintió el chorro de crema de sol fría caer en su espalda. Sonia se estremeció al notar el frío y Dante se rió de ella un poquito.

El frió solo duró unos segundos, los que tardó Dante en comenzar a darle un masaje por la espalda. Parecía algo totalmente inocente, pero consiguió que los pezones de Sonia se endurecieran. Sus manos iban haciendo círculos por su espalda y poco a poco fue bajando hasta sus caderas. Mientras una de sus manos seguía con el masaje, la otra comenzó otro tipo de movimientos circulares por encima de la braguita del bikini haciendo que Sonia soltará una bocanada de aire por la sorpresa.

—Dante, para por Dios. Los del servicio nos van a ver. —Pero Dante continuó con sus movimientos, ahora ejerciendo un poco más de presión y con movimientos más rápidos.

Pese a lo que acababa de decir, Sonia levantó ligeramente las caderas y abrió más sus piernas para darle a su marido un mejor acceso a sus partes. Hubo un momento, no sabría bien decir cuándo, pero Dante dejó a un lado el tema de la crema y se dedicó por entero al otro tema mucho más interesante, donde va a parar. Pasó su mano por debajo de ella colocándola justo encima de su vientre haciendo que sus caderas se levantaran ligeramente y ella tuviera que dejar de hacer fuerza para mantenerse ahí.

Saga Familia Gotti 7: Infierno (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora