Erase una vez un rey muy tonto, un rey de nombre olvidado, fué a una fiesta de realeza donde solo irían las personas más importantes de todo el reino.
Cuando llegó a la fiesta todo era de oro, mármol y los invitados lucían espectaculares joyas.
El salón era tan enorme como un pabellón, el techo estaba formado por varias semicúpulas de mármol al estilo de Santa Sofía y en el centro se encontraba una hermosa mesa con mil y un aperitivos.
Fué allí donde el rey la vió y se enamoro a primera vista.
Ella era una hermosa aceituna, rendondita y verdecita. El rey intentó seducirla, para eso la agarró con cuidado y se la metió en la boca con cuidado de no dañarla para hecerla suya para siempre.
Pero la aceituna no amaba al rey decidió ir hacia el conducto de los pulmones haciendo así que el rey muriera asfixiado.
Unas horas después,a la aceituna la condenaron de muerte, pero en sus últimos instantes de vida, ella se arrepintió de sus actos ya que se había dado cuenta de que estaba enamorada del rey.
Un tiempo indefinido después ,tras la aceituna redimir sus pecados, los dos amantes,pudieron descansar en el cielo juntos para siempre.
