Capítulo 9: Thomas y la fiesta subterránea.

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Jonathan y Cook peleaban a base de miradas cargadas de furia y rivalidad, mientras que Malik y yo nos observamos con los ojos abiertos como puertas del centro comercial. Puedo decir que no comprendíamos la actitud de ambos, el ambiente era incómodo y me vi obligada a actuar. Justo cuando quise abrir mi boca para poder aportar algo, el rubio me cortó, acercándose a nosotros con toda la seguridad del mundo.

—No creo que necesite tu permiso para poder hablar con ella, ¿no te parece? —espetó Cook, tratando de mantener la poca educación que tiene.

John se quedó callado, las palabras de Cook eran acertadas para utilizarse en su contra. Malik hundió su morro para adentro, aguantándose la risa.

—Uuuuh... —se le escapó al chico.

John le dio un codazo disimulado para que su mejor amigo cerrara su escurridiza lengua, posé mi vista en los ojos azules del chico rubio. Eran azules y grisáceos, como los días nublados que tanto adoro y me permiten quedarme en casa sin hacer nada. En cambio, a Cook no le adoro en absoluto, lo único que quiero hacer al verle es esconderme en mi casa para que no me vea.

—Hola. —solté, incómoda, para calmar las aguas.

—¿Has visto mi mensaje? —preguntó Cook, algo preocupado.

Sus ojos soltaron chispas, unas chispas que parecían ser de inocencia. Se dirigió a mí cómo lo haría un niño pequeño arrepentido o un perro con  la cola metida entre las patas.

—Sí, lo he visto —dije—. De hecho lo acabo de ver.

—¿Y bien? —preguntó, ladeó su cabeza.

Ladeando su cabeza parecía un perro.

—No sé de qué debemos hablar exactamente. —suspiré— Lo que pasó ayer ya habla por sí solo. —me crucé de brazos.

—Explicadita. —añadió Malik por lo bajo.

—¿No ves que no quiere hablar contigo? —preguntó John— No la molestes más.

—¿Puedes parar de meterte donde no te llaman? —preguntó Cook, molesto, estaba empezando a perder los nervios, como siempre.

—¿Disculpa? Yo me meto en lo que me dé la santa gana —espetó John—, ¿Lo entiendes puto drogadicto?

Al oír ese último insulto, Cook empezó a acercarse a John, apretando sus puños y más que dispuesto a iniciar una pelea si soltaba algo más. De un momento a otro no dudaron en discutir e insultarse. Se oía un insulto después de dos palabras pacíficas y así continuamente. Malik me cogió por el brazo con máximo disimulo, sacándonos de allí a toda prisa. Ninguno de los dos deseábamos estar en esa situación, por lo que anduvimos por los pasillos sin un rumbo en concreto.

—¿Tú sabes lo que les pasa a esos dos? —preguntó Malik.

—Ni lo sé ni me importa, pero agradezco que John haya estado un poco por la labor y se percatara de que no estaba cómoda —dije, encogiéndome de hombros—. Aunque, sinceramente, me las estaba apañando yo sola. Supongo que como se llevan mal ese pequeño incidente ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha sido una oportunidad para poder insultarse.

—Muy bien pensado, es que verás... Soy un poco corto para algunas cosas, gracias por resolver mis dudas. —soltó Malik, riendo.

—De nada, buen hombre.

—Por cierto, ¿Qué optativa tienes ahora?

—Historia del arte, ¿Tú?

—Lo mismo... ¿Qué bachillerato has escogido?

—Pues el artístico escénico, aunque me parece un palo que nos junten a todos en una clase porque sí... ¿Cuál has escogido tú?

—Yo el artístico plástico y estoy de acuerdo contigo en lo de las clases.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora