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━━ LEEN DESPERTÓ SOBRESALTADA, incorporándose de golpe mientras su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas. Instintivamente llevó una mano a su cuello, como si necesitara asegurarse de que aún podía respirar.
Con el dorso de la otra mano, limpió el sudor frío que perlaba su frente mientras sus ojos vagaban por la habitación, desorientados. La pesadilla seguía aferrada a su mente, tan vívida que por un instante olvidó dónde estaba, hasta que un ronquido grave rompió el silencio y la trajo de vuelta a la realidad.
Giró la cabeza y encontró a su hermano, dormido boca abajo, con la boca entreabierta y la espalda expuesta.
Sus ojos recorrieron sus facciones, aún duras incluso en el sueño, antes de detenerse en las cicatrices que cruzaban su espalda. Cada marca era un eco mudo de los horrores que habían soportado durante años. Frunció el ceño y, casi sin pensarlo, su mano se deslizó hacia su propia espalda, rozando las líneas que narraban una historia tan semejante a la de él.
Dejó escapar un suspiro y, tras un breve instante, apartó las mantas que cubrían sus piernas para sentarse en el borde de la cama. Buscó sus zapatillas blancas, ahora cubiertas por una mezcla de sangre y suciedad, antes de ponérselas con calma.
Con los pies ya cubiertos, se puso de pie y, con un movimiento automático, arregló su ropa antes de volver a mirar a su hermano, quien dormía tranquilo. Sonrió levemente, reconociendo que hacía mucho tiempo no descansaban de esa manera. Se acercó con cuidado, cubriéndolo mejor con las mantas, luego le dio un beso en la frente, tan suave que apenas si lo despertó. Finalmente, salió de la habitación, dejando atrás el silencio y la paz que, por una vez, parecía rodearlos.
Recorrió las instalaciones hasta llegar a la cocina, donde T-Dog ya se encontraba trabajando en el desayuno mientras algunos ya se habían reunido en la larga mesa, comenzando a desayunar.
— Buenos días. — saludó con su voz suave pero firme, mientras peinaba su cabello rubio con los dedos. Una mano apretó su hombro en un gesto de saludo. Al mirar de reojo, vio a Rick, quien también estaba entrando a la cocina detrás de ella.
— ¿Dormiste bien? — preguntó, su tono casual pero con un atisbo de preocupación en la mirada.
— Lo suficientemente bien como para ni siquiera escuchar a mi hermano roncar. — respondió, asintiendo con una pequeña sonrisa antes de seguir su camino.
Dejó que Rick se reuniera con su familia mientras ella se subía al mostrador con un ágil salto. Desde allí, observó a los demás miembros del grupo, notando cómo algunos aún luchaban contra el sueño, con los rostros adormilados, como si la noche anterior hubiera dejado una huella más profunda de la que se atrevían a reconocer.
