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🔪🧟♀️
━━ DESPUÉS DE LADEVASTACIÓN del CDC, el grupo decidió detenerse para descansar antes de continuar al amanecer. Los vehículos se convirtieron en refugios improvisados bajo la noche oscura y estrellada. En una camioneta, Rosaleen descansaba junto a Daryl, quien roncaba suavemente a su lado. Aquella sería la última noche que compartirían ese espacio antes de que ella cambiara a la motocicleta de su hermano, sin embargo, su sueño fue interrumpido por un susurro.
— Rosaleen...
Abrió los ojos de golpe. Instintivamente, su mano fue hacia el machete que siempre mantenía cerca. Miró a su hermano, pero él seguía inmóvil, roncando.
Permaneció en silencio unos segundos, alerta, hasta que lo escuchó de nuevo:
— Leen...
Frunciendo el ceño, bajó la ventanilla con cuidado, procurando no despertar a Daryl. Afuera, iluminado apenas por la tenue luz de la luna, estaba Asher Peletier, su expresión mezclaba nerviosismo y determinación.
— ¿Qué carajos quieres, Peletier? — preguntó en un susurro áspero, sin soltar el machete. — ¿No puedes dormir como todos o el auto también te da claustrofobia?
— Relájate. — Asher alzó las manos en un gesto de rendición. — Dios... No puedo dormir y quería compañía. — Sonrió, encogiéndose de hombros con un aire despreocupado.
— Entonces busca en otro lado. — Rosaleen empezó a subir la ventanilla. — Estoy disfrutando la comodidad de la camioneta antes de abandonarla al amanecer. Así que, si me disculpas...
Asher ladeó la cabeza, apoyándose en la puerta. — Perdón, pensé que tú tampoco podrías dormir después de lo que pasó. — Su voz fue apenas un murmullo, pero Rosaleen lo entendió perfectamente.
Lo observó con aburrimiento, evaluándolo.
Finalmente, suspiró y deslizó el machete bajo el asiento. — Qué pesado. — Abrió la puerta, empujándolo ligeramente. Salió con desgano y cerró tras ella con cuidado. — Ya estás aquí. ¿Qué quieres?
— Hablar. — Asher se encogió de hombros con sinceridad.
— ¿Hablar? — Leen arqueó una ceja, desconcertada. — No me gusta hablar.
— Lo estás haciendo ahora. — Asher sonrió divertido.
— Hablar hablar no me gusta, ¿entiendes? — bufó, cruzándose de brazos mientras se apoyaba en la camioneta. — Como sea... ¿De qué?
