Capítulo uno: Catarsis

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22/ noviembre/ 2019
Hoy voy de camino con mi Psiquiatra el Doctor Castillo, llevo más o menos un seis meses visitándolo su diagnóstico hacia mi fue depresión, cuando me lo dijo no sabia muy bien como tomarlo aunque siendo franca esto no me sorprende, mi poca motivación, problemas de concentración y la ropa en el suelo, creo que era obvio ¿no?

Me puse a monologar en el auto como de costumbre mientras veía la ventana y romantizaba mi claramente no tan interesante vida con canciones de lana del rey. En menos de lo que me pude dar cuenta ya estábamos en el consultorio del Doctor, no espere mucho en la sala de espera para mi cita. El Doctor me llamo —Mila, Mila García— al escuchar mi nombre fui a su despacho un lugar elegante lleno de fotos de su familia, me pregunto si El Doctor castillo esta feliz con su familia. 

—Bien Mila, ¿Por donde quieres empezar hoy?— dijo mirando sus apuntes interrumpiendo mis pensamientos , Como de costumbre le conté toda mi semana que no tenia novedades más que mi cansancio.

 —Escucha Mila quiero que me cuentes más de tu pasado— me dijo algo serio.

 —¿Pasado?— pregunte extrañada.

 —Si Mila tu infancia, la infancia es crucial en la vida ya que esta determina muchas cosas— al escucharlo decir eso de verdad que me puse a pensar, no recuerdo mucho de mi infancia solo hay borrosos fragmentos alterados que no veo bien y fue eso prácticamente lo que le respondí a lo que me contesto.

 —Probaremos con la terapia de Hipnosis a ver si te ayuda a recordar— antes que pudiera decir algo más agregó —Algunas personas borran recuerdos a propósito como manera de protegerse de ellos, es más común de lo que parece, tal vez hay algo que no quieres recordar—

 Cuando pronuncio esto me hundí en mis propios pensamientos pensado que tal vez podría tener razón, pero, ¿Qué seria ese evento tan traumático para que mi cerebro haya hecho una catarsis en mis recuerdos? Tal vez lo descubramos ahora.

Me acosté en un sillón de cuero que había en esa sala bastante cómodo además, cerré mis ojos y empezamos con ejercicios de respiración hasta relajarme lo más posible y el empezó una cuenta regresiva desde el seis hasta el uno. Por cada numero que pasaba más relajada me sentía pero en vez de entrar en sueño sentí como todo se movía a mi alrededor y empecé a caer en mi propia mente  como Alicia en el país de las maravillas, veía recuerdos felices de unos años atrás pero poco a poco seguía cayendo y todo se hacía muy oscuro. Se sentía como un iceberg entre más avanzaban más oscuridad y agonía había, entre lo que estaba pasando dentro de mi mente escuche al Doctor contando.

 —tres— mi cabeza daba vuelta

 —dos— dijo con un eco en mi cabeza

 —uno—  al decir ese último numero sentía como si mi cerebro se apagará.

12/Octubre /2013

Abrí mis ojos lentamente y ahí estaba mi mamá despertándome para decirme feliz cumpleaños y me beso en la mejilla, la abrace de vuelta y me volví a acostar en mi cama con mi cómoda y caliente sabana azul cielo, tiempo después salí de mi habitación cuando veo a mi padre en la sala viendo fútbol como siempre, no me sorprende que esta haciendo eso pero ¿Qué le vera de interesante? ¿hombres pateando un balón? que aburrido, mi mamá me preparo unos panqueques que estaban riquísimos hoy parece un buen día ¡Mi cumpleaños número diez!
Como es sábado mis padres no trabajan entonces me organizaron una pequeña fiesta donde vino toda mi familia a los cuales muchos ni les hablo pero mis padres se veían contentos, parecía más su fiesta que la mía pero no le puse tanto asunto. Me hubiera encantado invitar a mis amigos pero solo tengo una se llama Anna pero ella viaja mucho y justo ahora esta en Argentina entonces no pudo venir, conozco a Anna desde hace más de 5 años hemos pasado muchas cosas divertidas juntas. Me llevo bien con mis compañeros del colegio pero siempre que me invitan a jugar nunca me dan permiso lo mismo pasa con los niños donde vivo, me han salido a buscar varias veces pero nunca me dan permiso de salir. Me encantaría saber que es jugar al escondite con ellos o invitarlos a ver una película quien sabe algún día suceda, eso no quita que me pregunte porque me encierran tanto me siento como Rapunzel.

Me estaba empezando a aburrir un poco a si que empecé a comer unos dulces que me regaló una supuesta tía, la llamo así porque no recuerdo haberla visto antes, eso pasa con la mayoría de gente que esta ahora mismo en mi casa. Después de un rato no me encontraba muy bien me sentía muy extraña. Es la gente, ellos me molestan... Hay mucho ruido aquí, es como si una voz me dijera que saliera de ahí, creo que debería encontrar un lugar seguro, como pude llegue a mi habitación intente relajarme un poco pero ¿Qué habían  sido eso? ¿serán esos dulces? ¡Puaj! mejor los tiro a la basura en eso escucho unos pasos diferentes de los demás, subiendo los escalones de una manera muy lenta hasta que se quedo enfrente de mi puerta.
Voltee a ver quien era, -¿uh?- dije en voz alta, era una figura muy alta pero se veía raro no tenia rostro ni ropa era como una nube pero no de esas del cielo, más bien como una nube negra de lluvia, ¿Por qué este señor no tiene cara? -Hola, ¿Cómo te llamas?- le pregunte a esa extraña figura pero no recibí respuesta. Algo raro estaba pasando la figura misteriosa se empezó a mover hacia mi y ahí es cuando me asuste, quería escapar pero no sabia como, ya cuando esa cosa me tenia acorralada en una esquina sin decir nada escucha algo retumbar en mi cabeza.
—Tres...
dos...
uno...
Despierta Mila—

Al escuchar esas últimas palabras me desperté de un solo golpe, mi cabeza dolía y sentía nauseas así que el Doctor me llevo un vaso con agua , mientras me sentaba lentamente en ese sillón de cuero tratando de calmarme un poco —Nuestra sesión termino por hoy Mila, ve a descansar un poco— dijo el con una notable preocupación en su cara, sin decir mucho mas me despedí de el y fui hacia mi madre en la sala de espera, el Doctor no le comento nada de lo que paso y claramente yo menos. Mi relación con mi madre es relativamente buena la mayoría del tiempo aunque hay veces que no la soporto, supuestamente es es algo normal en adolescentes, ¿No? De cualquier caso ya nos íbamos a casa, mi lugar menos preferido en el mundo.

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