Capítulo 1 - Darla lo ha hecho

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Dante era un multimillonario con negocios en todo el mundo. Yates, condominios en Londres, Nueva York, Chicago, Hong Kong y un Gulfstream. Podría haber tenido a cualquier mujer en el mundo, pero se había enamorado de Darla, una perezosa, adormilada, codiciosa y glotona de 25 años, ex stripper rubia blanqueadora con un gran problema de peso y un tatuaje que decía "chica gorda". Darla había sido la "chica grande" de la casa del club de striptease y pesaba alrededor de 175 libras.
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Dante le encantaba la grasa y especialmente la grasa de Darla, que parecía ser más suave, cremosa y exprimible que otras chicas con las que había estado. Ella había sido más que un poco fornida cuando se conocieron en el club de striptease de Chicago, su celulitis moteada colgando de la grasa del vientre frotando su entrepierna mientras se alejaba durante el baile erótico, sus enormes tetas colgando sobre su boca esperando. Amaba sus grandes pezones redondos y sus estrías en las tetas. Se la llevó a casa para siempre y ella se convirtió en su golpe constante, con una gran cantidad de dinero y privilegios que otros nunca tendrían. Se aseguró de que ella no quisiera nada, y se aseguró de que siempre tuviera comida y alcohol en abundancia, lo que quisiera. La bañó con joyas y regalos. Viajes a París, Roma. Tenía los muslos y el trasero como gelatina, casi como bolsas grandes llenas de agua, moviéndose y temblando con cada paso.

Darla lo haría en cualquier momento y en cualquier lugar, acudiría a una reunión de negocios una vez a la semana, lo agarraría por la entrepierna y le diría: "Dante trabaja demasiado, te necesito, cariño". Los otros hombres de negocios en la reunión mirarían hacia otro lado y no dirían nada mientras ella conducía a Dante desde la habitación de regreso a su oficina para un rapidito. Por lo general, ella frotaba su mano sobre los rollitos de su vientre para endurecerlo, lo que nunca tomaba mucho tiempo. "Soy tu cerdita Dante, sé que te gusto gorda. ¡Estoy engordando para ti!" Él gruñiría y se vaciaría dentro de su caja, o tal vez rociaría todo su rollito vientre de polietileno, si estaba de humor.

"Estás tomando la píldora, ¿verdad chica? No quiero tener hijos", Le preguntaba Dante una vez a la semana. "Oh, sí Dante, por supuesto", Darla siempre solía responder mientras tiraba de su vara hacia su caja nunca satisfecha, "¡No te preocupes!" Dante asentiría y gruñiría.

La Cerda De La RazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora