vii. El equipo de Slytherin

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CAPÍTULO SIETE
El equipo de Slytherin

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DIANNE ESTUVO PENSANDO EN LO suicida que le había parecido el chico de Hufflepuff durante el resto de las clases

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DIANNE ESTUVO PENSANDO EN LO suicida que le había parecido el chico de Hufflepuff durante el resto de las clases. Theo la miraba de vez en cuando, con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido, pero no le decía nada. Era como si pretendiera leerle la mente y saber que estaba pensando, algo que claramente no sabía hacer.

Hermione se lo había contado a Daphne, y ahora la pelirroja se había sumado al "Club de Fans del Niño Dorado", como Dianne había decidido bautizarlo. Realmente les tenía cariño a las dos chicas, pero estaba considerando seriamente el golpearlas con algo.

Cada vez que podían, le hacían un comentario sobre los ojos grises de Cedric, de cómo sería tocar su pelo cobrizo perfectamente peinado, o de lo bien que le quedaba la túnica de Hufflepuff. Tenían a Dianne un poco harta con el tema, en especial porque se mordía la lengua para no ser grosera con ellas. No se lo merecían después de todo.

Al sonar la campana de la última clase, Dianne estuvo tentada de romper algo para ganarse un castigo y librarse del tejón, pero descartó la idea al momento. Era una opción, sí, pero una llena de cobardía. Y si algo no iba con ella, era el ser cobarde. Era decir, se enfrentaba a su padre sabiendo que le lanzaría un Crucio, ¿pero iba a echarse atrás contra el Niño Dorado de Hogwarts? La respuesta era un rotundo no del tamaño del castillo.

—Eh, Dianne...—se giró a mirar a Harry, pero este tenía la vista clavada en otro sitio—. ¿Quién es ese?

Dianne dirigió su mirada hacia la misma dirección, viendo a Cedric apoyado en la pared de enfrente. El tejón estaba mirando hacia el suelo, como si hubiera algo realmente interesante en sus zapatos, mientras su cabello cobrizo se movía levemente de su sitio.

—Es Cedric Diggory, de Hufflepuff —le respondió Dianne, con tono cansado—. Creo que va en quinto...

—¿Y que hace aquí? —preguntó Harry, confundido.

—Amargarme la existencia.

Harry la miró, extrañado.

—¿Qué?

—Creo que quiere que lo tire de la escoba y lo lesione, para no tener que jugar al Quidditch —farfulló Dianne, poniendo mala cara.

Harry pestañeó varias veces.

—¿Es verdad eso de que vas a entrar en el equipo de Slytherin? —cuestionó, sonando interesado, quizás demasiado.

Dianne y la cámara secreta² ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora