Capítulo 1

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Mis botas hacen un sonido de golpeteo mientras piso fuerte en mi camino a casa. La grava suelta en el borde del camino salta por mi ira, rebotando en frente de mí y luego cayendo por el terraplén.

No puedo creer que esté en esta situación. ¿Cómo mi novio pudo ser tan estúpido? Meto las manos en los bolsillos delanteros de mis jeans y tiemblo, intento bloquear los últimos 30 minutos de mi mente. ¿Qué pensaran los demás? Pestañeo algunas lágrimas mientras imagino el árbol del chisme sacudirse con júbilo. ¿Con que cara voy a mirar a todos mañana? 

Debería solo haberme rendido y hecho lo que él quería. 

Levanto la mirada al cielo nocturno. Está despejado y frío, las estrellas están brillantes sin luces de la calle para esconder su resplandor. Supongo que ya es alrededor de la Medianoche. No puedo ver mi reloj en esta tenue iluminación. A penas puedo ver dos pasos en frente de mí. 

Un viento helado silba a través de mi ropa y deseo, otra vez, no haber elegido usar una camisa blanca transparente que no deja nada a la imaginación. Tal vez Nick tenía razón, me había vestido para eso.

Bajé la mirada a mis botas color café y jeans negros tan ajustados que tendrían que ser arrancados. De pronto me siento sucio. Mi labio inferior tiembla. Puedo sentirme desmoronando. Lucho por mantener la compostura. 

Estoy atrapado en el medio de quíen sabe dónde. No tengo idea de cuánto tiempo me tardaré en caminar a casa...ni siquiera sé en qué dirección está mi casa.

Nick dijo que sería romántico, el mejor panorama que había encontrado, pero no era un pintoresco mirador. Sólo era un claro de oscuridad donde las travesuras no podrían ser descubiertas.

La bilis se revuelve en mi estómago.

Las placas de perro tintinean contra mi estornón. Puedo sentirlas moviéndose adelante y atrás a ritmo con mi marcha. Las agarro a través de mi ropa y aprieto. Estoy tentado en quitármelas y lanzarlas a los árboles de mi lado, pero no puedo. Las culpo, sin embargo... bueno, no a ellas exactamente, si a quién me las dio.

¿Por qué me las había puesto? Habían estado escondidas en una caja por meses. Mis dedos la habían rozado mientras buscaba un anillo y me había visto forzado por mi mismo a deslizar las por mi cabeza y meterlas debajo de mi camisa. Si no me las hubiera puesto, no habría pensado en él, y si él no hubiera estado nadando por mi cerebro no estaría en esta situación. 

Louis Tomlinson.

Louis Tomlinson y su mirada de "deberías saberlo" tenía un montón de responsabilidad por esta noche. Comencé el largo descenso por el camino serpenteante, mi mente jugando conmigo. 

Tal vez deberías llamar a Louis.  

Hice una mueca.

Tú sabes que él vendría y te recogería. 

—No lo hará —Dije al aire—. Él me odia.

Fruncí el ceño.

Cara cortada. 

La palabra envía un estremecimiento por mi sistema y cierro la puerta de mi cerebro. Ya es suficiente.

No llamaré a Louis. 

Aprieto mi mandíbula y sigo caminando, acelerando mi paso mientras rodeo la esquina. El viento helado silba a través de mi ropa de nuevo y tiemblo. Debería detenerme y ponerme mi chaqueta, pero no quiero. Si sólo sigo caminando no me pondré a analizar realmente la mierda en la que estoy.

Mi cerebro no juego limpio y lo analizo de todas formas. 

Es martes en la noche. La mayoría de los chicos de dieciséis años estarían en casa en sus camas habiendo terminado su tarea, visto un poco de televisión, y dicho buenas noches a sus padres, pero yo no, ¿cierto? Siempre tengo que hacer las cosas de manera diferente.

Puedo sentir mi boca apretándose en una tensa línea mientras la simplicidad y bendición de ese tipo de vida se siente a cientos de kilómetros lejos.

Sacudo mi cabeza. 

—¿De qué estoy hablando? Mi vida es genial —digo la última palabra demasiado fuerte mientras continúo convenciéndome — . Sólo he estado en el grupo de estudio. 

Río. ¿Por qué lo llamábamos siquiera así? Nunca estudiábamos. Era básicamente el tiempo de fiesta de la noche del martes.

Pero éste martes no fue tan genial como los demás. 

Nick. Recuerdo como la mirada de molestia registrada en sus perfectas facciones, las duras palabras de disgusto y el sonido de rocío de hierba mientras se alejaba de mí.

¡Estúpido imbécil! 

¿Quién lo necesita? 

Ignoro el "tú lo haces" en la parte trasera de mi mente. Entro a un oscuro paso del camino. Los árboles se alzan por arriba e intento realmente duro no pensar en fantasmas y demonios mientras mi respiración se acelera. 

El distante sonido de un motor me distrae. El leve brillo de luces aparece detrás de mí y sonrío. Nick se siente culpable. ¡Sí! Hombre, iba a hacerle pasar un infierno por esto.

Miro detrás de mí y la desepción abrasa mi inferior. Las luces están demasiado abajo en el auto para ser Nick. Él maneja un Jep Cherokee, ¿este auto se ve más como un Sedan? ¿O tal vez un auto deportivo?

Juego con la idea de sacar mi pulgar mientras se acerca. Estoy seguro de que sería lo suficientemente seguro. Sólo pediría un aventón a Big Bear Village y luego caminaría hasta allí. Nada de otro mundo. Tal vez hasta podría pedir un aventón hasta Los Ángeles. La idea de escapar atraviesa mi cerebro mientras aprieto mi dedo dentro de mi puño.

Lucha por librarse pero no lo dejaré. Hasta comienzo a llenar mi mente con cada historia de terror acerca de hacer dedo en la que puedo pensar. Eso funciona como un encantamiento y mi pulgar se relaja. 

El auto está conduciendo por las colinas hacia mí cuando un repentino miedo sube por mi columna. Puedo verlo cambiando de dirección por el rabillo de mi ojo y me giro para ver sus erráticos movimientos, Me muevo al borde del camino, mis botas pateando kilos de tierra por el borde del terraplén. Mi pierna choca con la barandilla. Con los ojos como platos observo al auto girando. ¿No me había visto? ¿No sabe que estoy vulnerable en el lado del camino?

Me giro para hacer un escape, pero es demasiado tarde.

Las luces iluminan mi cuerpo por un segundo, antes de que el auto violentamente gire en la otra dirección, pero no antes de chocarme. El dolor recorre mi cuerpo y grito mientras soy lanzado sobre la barandilla.

Es como estar en una secadora mientras ruedo por la colina, rasguñándome con piñas y escombros. Mi descenso viene a una abrupta pausa cuando choco con el tronco de un árbol. Un fuerte crujido suena como una bala en mi cabeza, traqueteando en mi cerebro. Ruedo lejos del árbol, gimo y alcanzo mi sien, luego grito mientras el dolor se irradia por mi brazo. Mi estómago gira y siento sus contenidos yendo hacía el norte. Cubro mi boca, pero no tiene sentido. 

Sin aliento, intento alejarme de mi vomito, pero moverme duele demasiado. Me recuesto en la desigual tierra y levanto la mirada al cielo. Las estrellas están borrosas y moviéndose salvajemente. Pestañeo para enfocarlas, pero eso sólo lo empeora. Siento como si el mundo estuviera cayendo sobre mi. Mientras las estrellas y copas de los arboles van derrumbándose escucho a una chica joven gritar mi nombre.

—¡HARRY!

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2015 ⏰

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