capítulo 2

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El ninja tomo el cuerpo inconsciente de Sasuke, y observaba rápidamente los puntos de que podía utilizar como salida. La explosión había llegado sin previo aviso y no habían logrado cubrirse a tiempo. Maldijo por lo bajo, al escuchar como el fuego empezaba a esparcirse con facilidad. Debian escapar.

Busca un pañuelo de su ropa y lo coloca en el rostro del beta, cubriendo de esta manera su nariz y boca. Acomodando el gran cuerpo de Sasuke sobre su espalada, atraviesa los pasillos y corta las puertas de madera con su katana, mientras controla su respiración.

El humo estaba haciendo estragos en la vivienda, y pronto los gritos de los vecinos se escucharon en la pedrosa calle. El ninja maldijo otra vez.

Sujetando el cuerpo del beta en su espalda, salió por la parte de atrás de aquella casa, mientras evitaba a toda costa el fuego, al igual que los tablones caían al consumirse. Cuando llegó a su destino, escalo el gran árbol de cerezo que se encontraba en el patio trasero hasta llegar al techo vecino, trasladándose por los techos, tratando de no perder el equilibrio debido al fallo de su respiración, y el peso de su espalda.

Se ocultó en las sombras de los techos, asomándose de vez en cuando, viendo como todos corrían para salvar la casa. Aquella distracción lo ayudo a huir. Se alejó lo suficiente del pueblo, escondiéndose en el bosque, dejando caer el cuerpo de Sasuke en la húmeda tierra.

Observa sus alrededores dejando que sus instintos se mantuvieran a flote. Desconocía el origen de la explosión, ya que, se suponía que él sería el único ninja en el pueblo, lo peor es que el atentado se produjo en el hogar de su víctima. ¿Querían matarnos a los dos? Esto no puede ser obra de alguien del dojo. Carece de sigilo.

Mira a su costado, quita el pañuelo negro de rostro contrario, sin poder dejar de observarlo, había algunas manchas grises establecidas en sus pómulos, por lo que algo dudoso limpia suavemente. Algo lo confundió, sus pestañas estaban caídas, su frente no estaba arrugada, además de su pausada respiración. Estaba tranquilo. En paz. Como si su muerte era lo que más hubiera esperado.

Y para el ninja que había visto personas suplicar con sus roncas voces, verlos de rodillas a sus pies con la sangre cubriendo su rostro debido a la tortura que el ejercía. Él había visto como muchos lo maldecían, siempre repitiendo que él se iría al infierno.

Jamás como él, con esa tranquilidad en su oscura mirada, como si él fuera el salvador que tanto había estado esperando. Jamás.

Otra vez el cuerpo tirado llama su atención, por lo que apretó el arma entre sus manos. Quería finalizar su trabajo como los demás. Agradecía la inconsciencia, se facilitaba no ver esos ojos morir que lo hacían dudar. Acerca el filo de su arma y la coloca a lo alto de su lado izquierdo, encima de su pectoral, una sola estocada sería suficiente para acabar con su vida, sin tanto sufrimiento, es lo que piensa, mientras pasan los minutos, el arma sigue en el mismo lugar, al igual que sus manos tiemblan. Estaba titubeando.

Enfundó la katana, recargando su espalda en un árbol, cruzando sus brazos a lo alto de su pecho, mordiendo de manera inconsciente su labio inferior, siéndose débil por no cumplir con su deber.

Había roto una de las tantas reglas que su mentor le había enseñado.

No salvar a la víctima.

Era una de las tantas reglas que debió de aprenderse para permanecer el dojo, ahora no podía regresar como quería, debía cumplir primero su encargo o terminaría recibiendo uno de los tantos castigos que su maestro disfrutaba dar.

—Solo debo alejarme de aquí. Luego lidió con ese viejo —tronó su cuello, detuvo su respiración, mientras cerraba los ojos, concentró sus sentidos. Necesitaba estar seguro de que no hubiera alguien siguiéndolo. Y quien haya producido la repentina explosión, podría tener dos objetivo con ellos.

Destino Fragmentado. SasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora