Capítulo 12: Jugando al Twister.

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—¿Qué es lo que no parece entonces? —exigió saber Effy.

—Es que hemos descubierto una habitación solo para vosotros dos. —respondí.

—Eso es cierto. —resaltó Cook.

El rubio se apartó de mí, cada uno se puso en pie por sí mismo, ya que si de lo contrario Cook me hubiese ayudado, la situación habría empeorado mucho más de lo que estaba.

—Bien, pues vamos a verla, Cook. —espetó Effy.

—¿Cómo? —musité, nadie me oyó.

La chica de ojos azules agarró la mano de Cook y se lo llevó hacia el dormitorio secreto del vecino, el rubio se resistió al principio, observando mi reacción, pero al no obtener lo que esperaba se fue con Effy. Era obvio que el chico no iba a resistirse a un polvo, supongo que es una de sus prioridades.

—¿De dónde viene todo ese ruido? —interrogué, preocupada.

—Hay una macrofiesta en la casa. —respondió Effy, como si nada.

Dicho eso, la chica cerró la puerta del armario en mi cara, dando un portazo.

—¿No puedes portarte bien con ella? —oí a Cook— No sé qué te has montado en la cabeza.

Me acerqué al armario, pegando la oreja al mueble.

—¿Vas a defenderla? —se sintió herida Effy, más bien su orgullo.

—Venga, es tu mejor amiga y no ha hecho nada malo. —reprochó Cook.

—¿Y tú por qué la defiendes? —insistió, indignada— Os lleváis mal, ¿no?

—Sí, pero eso no significa que no pueda decirte nada si tratas tan mal a quien dices que quieres tanto, ¿no te parece? —contraatacó él— No la soporto, pero tampoco soporto que seas mala con ella.

—Ah, claro, solo puedes serlo tú ¿No?

—Por como la tratas, pues sí, solo puedo serlo yo.

—No eres un santo.

—Nunca he pretendido serlo.

Conmocionada por la pelea no quise escuchar más y me alejé de la puerta con lentitud, la ansiedad corría por mis venas con la de cosas que sucedían de un momento a otro. De repente, JJ me vino a la cabeza: Cook jamás viene solo, siempre lleva a uno de sus mejores amigos y el más fácil para convencer cuando se trata de chicas es JJ. Al chico le podía pasar cualquier cosa si no era atendido a tiempo en un ataque de pánico.

—¡¿Dónde está JJ?! —aporreé la puerta del armario, desesperada.

Los pasos del pasillo acompañados por voces de jóvenes que rondaban los treinta años y el revuelo de sus euforias provocadas por el alcohol me alertaron al instante. Lo más probable es que JJ tuviera el peor ataque de ansiedad de su vida o pudiera estar pasando algo peor. No escuché la respuesta que pudieran darme, salí corriendo de allí y bajé las escaleras a toda velocidad para poder encontrar al chico. Sabía de sobras que no se encontraba en la planta superior, ya que me hubiese dado cuenta.

La gente estaba rompiendo las preciosas vajillas de Angela, rasgando sus perfectos muebles, petando sus caros jarrones contra el suelo, etc. El alcohol estaba por todas partes, hasta en las paredes y la gente estaba sudando, el hedor a sudor se mezclaba con la tóxica fragancia del alcohol y otras sustancias que corrían por la planta. Observar, oler y simplemente presenciar aquello era asqueroso, parecía sacado de una película de terror.

Aparté a la gente, abriéndome paso e incluso cuando varios chicos quisieron coger para saber qué hacer, me zafé con todas mis fuerzas. Sorprendentemente, tengo más resistencia de lo que puedo imaginar. La saqué por pensar en JJ y si le estaban haciendo algo malo, quería que todo pasara rápido y encontrarle en buenas condiciones.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora