Parte Única

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Si le preguntaran a Renjun que tan miserable se siente, mientras observa a sus compañeros de grupo repartirse besos en broma y después gritando asqueados, respondería que ha tenido peores momentos pero igual está bastante decaído. No es que sea molesto ver esa escena, en realidad es algo que acostumbran, incluso a veces él también termina uniéndose, pero lo que lo desalienta de ese preciso momento es lo cercanos que lucen Jaemin y Jeno.

Conoce bastante bien a ambos, sabe que Jaemin es un amante del contacto físico, le gusta abrazar, besar, e incluso acariciar a quienes quiere; así es como demuestra afecto. En cambio, Jeno es más reservado en ese aspecto, prefiere dar halagos, aconsejar cuando se le pide, o solo hacerte saber que estará si lo necesitas; le avergüenza que intenten acercarse físicamente, pocas veces puede verlo queriendo mimos.

Y hasta ahora, a quien acudía para ello era Renjun. Ambos siendo compañeros de habitación, compartían intimidad que solo con alguien que te acompaña al descansar puede, por lo que recostarse juntos a tomar siestas o charlar si no tenían sueño, era normal. Si Jeno estaba empalagoso, iría a Renjun porque ya ha visto todo.

Debe admitir que al principio fue raro conocer ese lado del castaño, las primeras ocasiones en que sentía a Jeno tomar un espacio en su cama para después abrazarlo lo dejaban descolocado, pero con el paso del tiempo, incluso él mismo comenzaba a darle caricias en el cabello mientras hablaban de lo cansados que estaban por las practicas.

No solo eso, sino que también fuera de las cuatro paredes se volvieron tan cercanos que los demás ya acostumbraban permitirles estar juntos cuando buscaban quedarse uno al lado del otro; salían sus días libres a pasear por ahí, o compartían hobbies si los managers no les daban permiso de eso. Algunas ocasiones solo necesitaban mirarse a los ojos para entender que estaban cómodos en el silencio y existiendo en un mismo lugar.

Entre más regulares se volvían esos momentos de vulnerabilidad y apego en parte de ambos, Renjun no se sorprendió demasiado al darse cuenta de que desarrolló sentimientos más allá de amistosos por Jeno, los aceptó a pesar de lo mal que podría ponerse el asunto si las cosas no iban a su favor. Renjun no pretendía ocultar su atracción, pero tampoco confesarse de pronto.

Al hablarlo con Mark, el gran y sabio mayor de todos, llegaron a la conclusión de que las posibilidades de ser correspondido eran más de las que imaginaban, sin embargo, al tratarse de Jeno, la manera de comprobarlo constaba de darle señales sutiles para notar la reacción que mostrara. Renjun confiaba en la inteligencia del pelinegro.

Aunque las semanas pasaban desde que su plan comenzó, y no encontraba alguna muestra de reciprocidad a sus obvios sentimientos. Jeno seguía siendo un meloso de primera, pero no mostraba reacción alguna a los coqueteos indirectos de Renjun. Estaba frustrado, molesto y decepcionado; ¿Jeno era un tonto que no captaba sus señales o prefería fingir que no pasaba para evitar rechazarlo?

Los pensamientos dirigidos a la segunda opción crecen a la par que sus ojos viajan de Jeno a Jaemin conviviendo tan divertidos y cómodos. Se reprime internamente por querer vomitar el desayuno debido a la incomodidad que le causa, tampoco permite llamarle a eso celos; no es nadie para negarles disfrutar la amistad de años que tienen solo porque lleva días con el corazón apachurrado.

En un momento los ojos del pelinegro se topan con los suyos, como si sintiera la mirada pesada siguiéndolo, y hay un ápice de felicidad llegando justo cuando Renjun decide ignorar la interacción, tan dolido que le es imposible siquiera responder en mínimo. Una actitud infantil de su parte, sabe admitirlo.

Sin necesidad de prestar atención a Jeno, predice una de las cosas más predominantes: irá confundido a preguntarle si algo anda mal, porque confía en que él le cuente cualquier problema que lo atormente. Renjun no quiere hablar con la razón de su molestia ahora mismo, y para su suerte, el coreógrafo da por terminado el descanso y deben volver al trabajo otras tres horas sin interrupción.

Despistado(s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora