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-¿Es así como se debería sentir, madre?

-¿De qué hablas, querida? -Volteó hacia mí con la mirada cargada de confusión. Sus ojos brillaban, como una hermosa noche estrellada. Parecía irreal.

-De la vida, madre. De las mil y un formas que encuentra para sabotear el progreso, mi progreso.

-¿Y tú dejarás que te sabotee? ¿Es eso lo que me quieres decir, Irina?

-No o si... -me sentía tan confundida -Es decir, estoy harta de seguir luchando contra la corriente. Creo que es hora de dejarme arrastrar junto a ella, que seamos una sola.

Me miraba en silencio mientras acariciaba mi cabello con suavidad, como si de porcelana se tratara...

-Quisiera recordarte, querida. -Tomó mi mentón con sus manos envueltas en seda, mientras lágrimas de oro caían por su perfecto rostro. -Es natural que te sientas desfallecer. Las batallas cuestan; sudor y sangre, de no serlo ¿por qué serían honorables? ¿Tendrían sentido las mismas sin el sacrificio que acarrean? Irina, la vida utiliza un mecanismo de recompensa lento, pedregoso y oculto pero siempre, escúchame bien, siempre justo. Debes confiar en él, ser astuta, correcta y paciente si es que quieres un día coronarte como la eterna ganadora. ¿Crees, sinceramente, que dejarte llevar junto a la corriente, mientras esperas por una gloria, que jamás obtendrás, será la solución a tu calvario?

-¿Por qué no lo es, madre? -limpié sus doradas lágrimas, justo cuando las mías empezaban a caer... El carmesí que fluía de mis ojos manchaba con fervor nuestras prendas verde oliva como la esperanza. Esa que se había marchado para nunca volver.

-Porque esperar... Esperar no es la mejor forma de ser libre, querida -besó mi mejilla sin importarle empaparse de sangre, sangre que brotaba de las ventanas de mi alma.

Me prendí a su cuello, intentando perpetuar el momento, mientras inhalaba su delicioso aroma, ese que aún me acompaña incluso en mis peores pesadillas.

-Debo marcharme -expresó con entusiasmo.

-¿Marcharte provoca alegría en tu ser? -indagué con sorpresa mientras veía su reluciente sonrisa.

-Más de la que imaginas, Irina. Más de la que imaginas.

-¿Podrías compartir conmigo la razón? -quise saber

-Quien pronto se marcha, pronto ha de volver.

-Quien pronto se marcha, pronto ha de volver. Linda frase, señorita dormilona -chilló la terrible voz de Jane a lo lejos.

Amo mis despertares; únicos, majestuosos e inigualables. ¿Se entiende el sarcasmo, no?

Abrí los ojos con gran dificultad, mientras el sueño que acababa de tener se reproducía una y otra vez en mi cabeza. Todo se sentía tan real. Mi hermosa madre había hablado conmigo... Me había aconsejado sobre la vida, sobre esta fea vida. Había sentido su dulce aroma, había tocado su suave piel... Si tan solo ella estuviera aquí, junto a mi como muchos años atrás.

Ahora... ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba en mi cama?

-Oiga

-¿Qué quieres? -casi que escupí. Aún me encontraba en mi ensoñación.

-Que despierte, tal vez -Se sentó en el borde de la cama mientras me miraba inquisitiva.

-¿Puedo saber por qué me miras como si acabara de cometer un jodido crimen?

-No lo sé, ¿tal vez porque cometió uno? -se acercó mucho más y entrecerró la vista mientras esbozaba una sonrisa torcida, parecía detective, una muy mala, por cierto.

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2022 ⏰

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