Capítulo 15

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Taylor

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Taylor

Sus palabras me dejan en trance. A penas pude seguir respirando, en esos segundos posteriores, había perdido la noción de mi propia persona.

No soy yo en estos momentos, me encuentro en el limbo.

La frase "íbamos a tener un hijo", no tenía ningún puto sentido para mí. Sus palabras habían quedado zumbando en mi mente desde que ella las dijo.

En un momento de lucidez, me di cuenta de que Marina seguía hablando conmigo:

—¡Taylor, cuidado! — Un grito que me hizo mirarla. Me encontré un rostro bañado por el pánico. Volví mi mirada hacia la carretera, en el momento exacto para evitar un pequeño ciervo que se había colado en la vía. — ¡Nos vas a matar!, Por favor presta atención.—Marina me trajo de nuevo a su lado.

De nuevo a una realidad demasiado cruda con miles de preguntas que no conseguía responder yo solo.

—Disculpa. No sé qué me pasa. — Aferré las manos al volante del auto, enfocando mis energías en seguir sin cometer una locura. — Y peor aún. Yo no sé qué decir. —Ella emitió un fuerte suspiro.

— Descuida, sé bien que no fue el mejor momento para contarte esto. Pero necesitaba desahogarme, necesitaba que alguien me acompañe por todo lo que estoy sintiendo .— Su triste voz me hizo querer abrazarla, colocar mi mano sobre la suya o demostrar de algún modo que estaba allí. Pero no podía siquiera despegar las manos del volante del estado de shock en el que estaba. — Eres la única persona igual de involucrada que yo. — Giré a verla y la imagen me destruyó.

Marina. Tan frágil como jamás la había visto. Sus ojos cristalinos me impulsaron a salir de ese coche y de mi estupefacción lo antes posible.

— Tranquila, Mar. — Volví mi vista al camino para evitar romperme junto con ella. Debía ser fuerte. — Iremos a algún sitio y allí tendremos tiempo de hablar. — Coloqué mi mano sobre su rodilla y para mi asombro ella no me apartó.

Estuvimos en silencio el resto del viaje, un silencio que agradecí para poder pensar con mayor claridad.

Conduje casi por instinto el resto del viaje, más allá del pueblo, donde se encontraba un sitio que había sido especial para nosotros.

Solíamos escapar los fines de semana para encontrar un poco de paz y soledad para los dos. Fue aquel sitio en el que fuimos una feliz pareja, el que se me vino a la mente cuando ella me pidió que la llevara a algún sitio, era perfecto para tener nuestra conversación.

El mirador de Reynolds era a mi parecer el lugar con la vista más hermosa de todo el Estado. Construido sobre una montaña apartada, se observaba desde allí el atardecer más hermoso que te puedas imaginar, y al anochecer todo se iluminaba por las estrellas.

En nuestro tiempo juntos, se había convertido en una tradición ir allí y esperar que cayera el sol para disfrutar buscando las constelaciones en el cielo oscuro.

Marina: Lie or DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora