Capítulo VII

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El dibujo de arriba es mío, y supuestamente es el mapa de los reinos según como yo lo tenía en mente, por si tenían algunas dudas. Y sí, mí letra está horrible. CIAO.

El castaño corría frenéticamente entre los árboles del bosque. Como muchas otras noches, pudo perder de vista a los soldados que lo perseguían. A pesar de eso, seguía corriendo, como si estuviera escapando de algo más que un ejército. Ya se comenzaba a notar el cansancio, pero aún así siguió corriendo. Por fin llegó a un claro y paro a tomar aire, cuando vio a lo lejos una nube de humo en la oscuridad de la noche. Sabía exactamente quienes eran. Se dirigió hacia allí lo más deprisa que pudo.
Al llegar, tal como había pensado, un campamento estaba instalado, de unas cuatro o cinco tiendas, y alrededor del fuego se encontraban tres personas. Uno de ellos estaba dormido, con un pelo marrón oscuro largo dividido en dos a los lados de su rostro. Tenía dos suéteres y una manta alrededor suyo, lo que ocultaba su delgada figura. Debía de tener unos 15 años. Al lado suyo había otro chico de piel bronceada y con el pelo rapado, con ojos grises serios viendo al fuego. Del otro lado de la fogata estaba Makki, olgazaneando sobre un tronco, con cara de aburrimiento.
El castaño se dirigió hacia ellos con aire cansado.
- Pudieron haberme dicho dónde iban a poner el campamento ¿saben?- les dijo casi jadeando.
- Sí. Pero es más divertido verte correr por tu vida.- le contesto Makki con una sonrisa malévola en la cara.
- Qué grosero.- le reprochó el castaño.
- No pasa nada Oikawa. De todas formas lograste encontrarnos.- volvió a decir Makki.
- Ugh- gruño de mal humor, sentándose frente a la fogata, al lado de Makki.
Oikawa se quedó callado, y Makki se dio cuenta lo que estaba pasando.
- Oye... ¿Qué pasó allá?- pregunto al fin.
- Ugh, entré en pánico, ¿si? No sabía qué hacer, y él me trajo desprevenido y... Oh no, debí haber escuchado a Yahaba.- dijo lo último en un susurro.
- ¿Qué dijiste?
- ¡¿Pero qué he hecho?!- dijo ya asustado, parándose de su lugar.- ¡¡Debí haber escuchado a Yahaba!!
- ¿Qué fue lo que dijo Yahaba?- hablo por primera vez el chico calvo.
- ¡No lo sé! ¡No estaba escuchando!- grito desesperado.
- Oh, dioses...- se lamentó Makki al saber lo que venia.
Se escucharon ruidos de entre los árboles, y un chico alto de pelo castaño claro bien arreglado con una capa roja, carcaj y arco a la espalda salió a la luz. Y se veía enojado.
- ¡¡Tú!!- dijo irritado, señalando con el dedo a Oikawa.
- ¡¿Y-yo?!- dijo este, con miedo en la voz.
- ¡¿Qué fue lo que te dije?!- siguió el otro - ¿¿Ahh?? ¡Te dije que este año lo dejaras pasar! Cosas malas pasan cuando tú te encuentras con él. ¿Y qué crees? Esta vez no fue la excepción.- con la cada exclamación daba un paso hacia Oikawa, y este cada vez se veía más asustado.
- Por qué no nos tranquilizamos un poco y hablamos sobre esto...- trato de calmarlo un poco.
- ¡¡No!!- gritó Yahaba.- Ya había pasado esto antes. Cuando éramos niños y construyeron la muralla. Cuando mataron a tu padre hace unos 8 años. Y ahora... has lastimado a tú príncipe. Por tus deseos egoístas es que sufres. Y no solo tú, también los que están a tu alrededor.
Al escuchar estas palabras, Oikawa ni se sintió mejor. Ni por asomo.
El chico dormido se acababa de despertar, y los miraba con curiosidad junto con el chico calvo y Makki.
- Mañana tenemos un trabajo que hacer.- dijo Yahaba después de un rato de silencio.- Mientras tanto, piensa bien en lo que quieres lograr a hacer en tu vida. Hasta entonces, yo no te ayudaré más.
Los tres espectadores se les abrieron los ojos de sorpresa. Si Yahaba no los ayudaba, significaba no más trabajos para ninguno. Él es como decir un secretario. Nadie sabía cómo, pero siempre lograba traerles trabajo a todos, y con una muy buena paga. Tal vez extorcionaba a los demás, tal vez era muy amable, o tal vez solo era muy bueno negociando. Pero sin él, no tendrían ni para la cena de todos los días.
Seguía con el ceño fruncido, mirando con furia a Oikawa. El otro tenía una cara de tristeza y confusión, también de preocupación. Yahaba se volteo y dirigió a una de las tiendas, y no se le escucho ni pio el resto de la noche. Los demás siguieron su ejemplo y se fueron a dormir a sus respectivas tiendas. Mientras para Oikawa, esa fue la noche más larga de su vida.

Era Medieval [ A Haikyuu Fan Fiction ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora