27. SHOWTIME

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FRIDA

Juan ha estado portándose amable todos estos días. No solo amable, sino considerado.
Perdón, pero ya no le creo nada.

Aún así, he decidido dejar de ver a Eleodoro por un tiempo. Así ambos pensamos en lo que queremos; aunque no deja de doler, ya que le he tomado un gran cariño.

Solo espero que no vuelva a enredarse con Davina. Esa mujer le hace daño. Supe que le ha estado escribiendo porque él mismo me lo dijo, pero está luchando para no caer en sus redes otra vez. Claro, debe hacerle mucha falta sentirse adorada, pero que se consiga a otros. A él que lo dejé en paz.

Parece que esa mujer nació exclusivamente para hacer sufrir a los demás.

ELEODORO

¿Es normal odiar tanto a alguien? ¿Desearle tanto el mal? Tengo fantasías en las que le hago cosas horribles al maldito imbécil ese. Me sigue afectando mucho verlo con Davina. Me mata saber qué lo prefirió a él. Qué todas sus atenciones y sus muestras de cariño fueron siempre para él. Tan poca cosa... Sí, tal vez yo sea poca cosa también, pero al menos tengo talento. Hasta en los perdedores hay niveles.

Tengo que llegar a la ferretería, me faltan algunas cosas además de las que ya tengo. Aunque ni siquiera sé como se usan, pero no las elijo por su utilidad en el oficio, sino por el nivel de dolor que le puedan inflinjir. Eso sí, nada que deba conectarse, porque ya elegí el lugar y no hay manera de conectar nada.

No me siento orgulloso de estos horribles pensamientos, me avergüenzan tanto como me satisfacen. Pero no estoy seguro de ser capaz, no soy un asesino. No en la realidad al menos.

Sin embargo, por otra parte, sé que su muerte traerá más beneficios, además de mi satisfacción personal claro. Para empezar, Frida podrá ser libre y vivir tranquila con su hijo.

Creo que un accidente laboral sería mejor, al menos así le darían una cantidad a ella cómo su viuda y yo me desharía de una enorme molestia.

Síguete riendo, idiota, síguete riendo...

JUAN

¿No lo puedes superar, verdad? ¡Y cómo el perro que eres, flaco, viejo y asqueroso, tienes que conformarte con mis sobras!

Si Frida te quisiera, agarraría a su chamaco horrendo y se largaría contigo. Pero eres, aparte de un gran, gran, enorme perdedor, un muerto de hambre que no puede ni mantenerla. Hasta eso que tonta no es. Por eso te mandó al diablo. Pinche pobre.

Solo falta la estocada final. Cualquier día de estos... Y cómo lo voy a disfrutar.

Entonces, ¿cuántos libros has publicado, Eleodoro? ¡Ah, sí, ninguno! ¡Já, já, já!

Seguirás perdiendo el tiempo por siempre en aplicaciones para adolescentes. Es una vergüenza que te atrevas a llamarte escritor, pelele.

¡Yo sí soy escritor! ¡Yo sí he publicado seis libros! ¡Y gano dinero con eso! Estoy seguro que ni el nombre de Davina en él, hará que tú porquería se venda. Deberías morirte y dejar de dar lástima.

DAVINA

Y ahí están de nuevo. Hace tiempo que esto dejó de ser divertido. Si tuviera conciencia, me remordería.

Pero ya, en serio, creo que esto ya se está saliendo de control. Juan no aprende, no deja de burlarse de Eleodoro. No necesita hablar, solo con mirarlo cómo lo mira, sé que lo hace. No creo que sea buena idea seguirle jalando la cola al tigre. Ele es muy tranquilo, pero ya sabemos de lo que es capaz cuando lo molestan lo suficiente.

—¡Juan! ¡Juan! —lo llamé para cortar el duelo que tenía con Eleodoro— ¡Juan, ayudame con el cierre, se me atoró!

Afortunadamente me hizo caso y cada uno siguió su camino. Showtime. Juan entró y vio que no había tal vestido.

—¿Me hablaste?

—Sí.

—¿Y dónde está el vestido?

—No hay tal —cerré la puerta—. Solo quería evitar que hablaras de más. Te vi muchas ganas de decirle lo del libro.

—¿Cómo crees? —dijo casi ofendido.

—Más vale prevenir. Perderíamos el factor sorpresa. Muero por ver su cara de imbécil cuando lo vea en las tiendas.

—Eres tan mala... —me abraza y yo solo quiero flagelarme con una cadena empapada en vinagre—. ¡Me encanta!

Lo suelto y saco una botella de vino que tenía guardada junto con dos copas, en donde serví un poco para ambos.

—Por nuestro libro —alcé mi copa.

—Salud, pero ese mugrero no es mío.

«Y ya quisieras, pedazo de imbécil», pienso mientras sigo sonriendo.

No es que lo de Juan sea malo, pero son tramas muy predecibles. Excesivamente comerciales y llenas de clichés. Eso es bueno para ganar dinero, porque las mentes poco exigentes es lo que consumen, pero definitivamente, ni es arte ni tiene alma. El alma de Ele.

Es un poeta, tiene sensibilidad.

Su cuerpo no me gusta tanto, pero su alma es hermosa.

Ojalá hubieras nacido veinte años antes, pero ya no te queda mucho y yo no quiero ser enfermera de nadie.

NICOLÁS

No me siento bien en este momento. Sé que algo está mal, pero tengo miedo de averiguar qué. Tampoco sé si valga la pena. Una vida de soledad no se ve muy alentadora qué digamos.

No tengo familia. Si muriera ahora mismo nadie lo sabría.
No iré a la librería. En verdad no tengo ganas, no puedo.

¿Para qué, además? A él ya no le interesa mi compañía. Está muy ocupado con esa mujer.

¡Dios, qué dolor! No quiero morir solo, por favor...

ELEODORO

Después de semanas aquí estoy. Me siento tan culpable. Debe estar atrás acomodando cosas. Tendré que preguntarle a este wey, no puedo meterme como si fuera mío el negocio.

—Buenas tardes —saludo sin muchas ganas— ¿Está allá atrás?

—No. No vino. Hace rato llamó para avisar que no vendría.

—¿Sabes por qué?

—¿No lo sabes tú? Qué raro, si parecen siameses. Bueno, antes, ya no.

Dice y me lanza una de esas miradas incómodas, pero en verdad estoy preocupado y no tengo ganas de discutir con este wey.

—¿Lo sabes? ¿Podrías decírmelo?

—Solo dijo que se sentía mal.

—Gracias.

—Lo harás muy feliz si vas a verlo. Ha estado echando raíces frente a la ventana por estarte esperando todos los días ¿Por qué no habías venido?

—Tenía cosas qué hacer.

—Muy importantes, supongo. Digo, cómo para abandonarlo por semanas...

Sus reclamos cargados de ironía, más que molestarme, me hacían sentir peor. No creí que hubieran pasado tantos días.

Me estuvo esperando todo este tiempo... Ay Nico, no debiste. No valgo tanto.

Agradezco de nuevo y salgo corriendo hacia su casa. No sé qué tiene, así que no sé qué llevar para disculparme y que no le haga daño.

Me desvío hacia el centro y subo corriendo la escalera de unos famosos almacenes dónde venden cosas caras. Es Nicolás, no puedo llevarle cualquier baratija.

Le pregunto a una empleada por los chocolates más finos y caros que tenga. Sonríe, camina a un aparador y saca una cajita con unos chocolatitos en forma de concha marina. Los he probado, son deliciosos. Espero le gusten y me perdone por ser un pésimo amigo.

Cuando llegó, tocó igual que siempre para que sepa que soy yo, pero no sale a reclamarme. Algo anda mal...

ELE (Versión Extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora