Te sentí.
Te sentí como la típica ocasión de la primera vez que haces algo, pero esta vez se había transformado en un sentimiento bastante tenue y suave, como si tuvieras la oportunidad de tocarlo y ver de a poco como los dedos de tus manos empiezan a hundirse en esa suavidad eterna. Aunque no podía tocarla de alguna manera ya que parecía bastante lejana en ese entonces, muchos de mis pensamientos quedaron en una nube, una peculiar nube.
Aún recuerdo cuando te conocí. Sinceramente, en ese tiempo yo empecé a verte como un sol que calienta pero para nada ardiente, sabía que si nos cruzábamos habría oportunidad de ser esa combinación común pero perfecta, lo templado, lo balanceado. Supongo que era muy joven para ponerme a pensar en todo ello y como todo, lo dejé pasar, dejando ir ese autobús, decidiendo tomar el siguiente, donde me esperaba un extraño viaje.
Para mí el clima todos los días era el mismo, pero... de alguna manera cuando me cruzaba contigo en cualquier lugar de la escuela parecía como si la temperatura aumentara para después bajar a 0, así hasta que te perdía de vista. No entendía porqué, pero eso no era importante en ese momento, o era de lo que yo quería convencerme, de que en realidad no pasaba nada y sólo me encontraba viviendo en alguno de los típicos delirios adolescentes.
El reloj daba de vueltas una y otra vez sin parar, mi cerebro trataba de comprender porque se sentía tan familiar el trabajo de ese monótono aparato, quería comprender porque en ese preciso instante eran tan parecidos, trabajando igual dándole vueltas a algo, sin embargo, el reloj sabía que giraba por y para el tiempo mientras que mi cerebro ni siquiera sabía el propósito de girar en torno a ideas que ni siquiera comprendía del todo.
Llegó el periodo de mi vida donde aparecieron distintas personas para ser mi fuente de calor temporal y en determinado momento, irse enfriando dejándome en claro que el sentir frío algunas veces no es tan malo como parece o te lo quieren hacer ver. Puedo decir que en todo ese lapso aprendí bastante y tuve claro que mi corazón no se sentía igual a excepción de ciertas veces que ahora estaría dañado, o tal vez sanando, o quizás, solo quizás siendo ocupado por otro tipo de luz. Y es aquí cuando retomé tratar de mezclarme dentro de tu cielo, donde a simple vista no lo parecía pero había una tormenta, y una muy grande.
A pesar de que tu cielo a ojos de otros no era el más claro, mucho menos el más bello yo tenía ganas de estar ahí, flotar en ese lugar contigo sin importar nada, la única barrera que nos separaba era que en realidad yo no sabía quien eras tú y viceversa, o bueno era lo que yo creía. El tiempo cada vez lo tenía más encima, se sentía tan pesado, ya no podía, era simplemente insostenible seguir cargando con algo que en cualquier instante se me iba a ir de las manos, y hubo un solo resultado: en vez de ganar cercanía, nos alejamos más de lo previsto, pero no dolió, porque de manera inevitable iba a cambiar mi rumbo a otra dirección, saltando de un punto cardinal a otro, y te dejé atrás, como parte de mi adolescencia, jamás olvidé que fuiste ese leve toque templado en esa parte de mi vida.
Tomamos caminos diferentes, comenzamos a ver nuestros propios cielos cambiantes, nuevos horizontes, nuevos sucesos naturales que en cualquier momento serían capaces de transformarse en desastres, y nosotras no fuimos la excepción. Pasaron tantas cosas desde la última vez que vi tu rostro, desde la última vez que escuché tu risa por alguna broma tonta de tus amigos, desde la última vez que sentí tu esencia, desde la última vez que intenté tocar tu cielo, y desde mi último arrepentimiento por no permitirme ir hasta ti.
Yo forjé mi propia vibra, y una parte importante de ella era la música, curiosamente había una banda en particular que me gusta mucho, antes de conocer tu cielo, pero al parecer tiempo atrás tu cielo y el mío lograron entrelazarse gracias a melodías de otras personas. Te encontré un día en internet, y descubrí que nuestros cielos se parecían tanto porque se escuchaban igual. Por decisión propia, por primera vez me decidí a hablarte aunque fuera por chat, que nuestro tema de conversación fuera uno simple e inocente, justo en ese momento el lazo entre nosotras había nacido decidido a nunca romperse, se estiraría, se enredaría e incluso iba a dañarse gravemente algunas veces, pero nada de eso iba a acabar con el. Ahora había posibilidad de que tu cielo fuera mío, porque el mío siempre fue tuyo.
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her 承
Poetryhow i lived love at fourteen, how i abandoned love at fifteen, how i hated love at sixteen and how i found true love at seventeen.