Capítulo 5: Reyes

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Ha pasado una semana desde que un miembro del consejo de ancianos atacó a Dylan y le dejó; le engañó y lo traicionó, incluso el hombre era un cambiaformas, era parte de su familia. Por motivos como estos es que cada vez tengo menos esperanza en todos estos royos sentimentales, aunque, si somos sinceros, ¿Quién soy yo para juzgar a una familia cuando mi propia madre me llamó monstruo desde el mismo día de mi nacimiento? Pero, si hay algo que la vida me ha enseñado es que al final todo termina de esta manera; los seres vivos estamos diseñados para odiarnos entre nosotros cuando hay un rasgo que no podemos explicar o, simplemente, por el anhelo de poder.

A mí me sucedió lo primero, Dylan fue víctima de lo segundo y, aunque su instinto le gritaba que no debía confiar en Brandon, al final su sentimentalismo le ganó…tan solo porque él mismo no hubiese actuado de esa manera.

«Pobre minino ingenuo; poner a las personas a su mismo nivel y pensar que no te dañarán por el simple hecho de que tu no les dañarías a ellos». Yo soy distinto, soy un asesino; todos saben que esperar de mí y a cambio yo sé cómo reaccionarán ellos.

Retornando al día del ataque, recuerdo que tuve que salir esa noche con el cambiaformas y procuré alejarme lo más que pude del pueblo, por suerte para mí he practicado el arte de ocultar mi propio rastro, tengo demasiados escondites y traje a Dylan conmigo a uno de ellos, al más alejado que encontré; ambos nos hallamos en una situación en la que debemos desaparecer. Fue por ello que me despedí de Logan y Ayana y, con los rumores que han creado sobre mí, lo más seguro para ellos es que piensen que lo que les dije aquella tarde era verdad; si Logan llega a sospechar que todo lo que le sucedió a Dylan no fue mi culpa le darán la espalda y le acusarán de traición. Sé que Marcos, Tobías y el resto lo defendería; pero ni siquiera ellos pueden librar a Logan de la mala decisión de un consejo corrupto porque la verdad es que, al igual que lo hizo Brandon, no tengo claro cuántos ancianos traicionarán a los suyos solo por poder.

En estos momentos Dylan y yo estamos en una cabaña en medio del bosque en el estado de Montana, a cientos de kilómetros de los clanes de cambiaformas, vampiros y hombres lobos del pueblo. En un lugar tan apartado como este los humanos no se sorprenderían de encontrar animales mordidos o atacados, después de todo los bosques son excelentes sitios de cacería entre fieras salvajes, así que no debo de preocuparme por mi alimentación o que alguien sospeche de mi paradero.
Las heridas de Dylan han dejado de sangrar, sin embargo, el cambiaformas presenta anemia, su piel está pálida como el papel y no ha despertado desde la noche de los acontecimientos; aunque nada de esto me extraña, después de todo, le dieron trece puñaladas a traición.

«A traición». Suelto un pequeño bufido ante este pensamiento; sabía que atacarían a Dylan, me enteré de ello unos pocos días antes del ataque, también sé que en estos momentos el maldito vejestorio que dejé vivir me está culpando a mí por el ataque y medio pueblo me busca por venganza. Sin embargo, jamás pensé que fuesen a apuñalar a Dylan por la espalda, literalmente; y luego dicen que el monstruo despiadado y sin corazón soy yo solo por ser un híbrido.

Me acerco con suavidad a la cama en la que Dylan permanece inconsciente, no puedo evitar mirarlo por unos instantes. Sus largos cabellos rubios caen sobre sus hombros y su fuerte rostro es cubierto por una fina barba del mismo color, sin temor a equivocarme podría compararle con finas hebras de oro como las que utilizaban griegos o egipcios en la antigüedad; aunque sus ojos permanecen cerrados sé que bajo sus parpados descansan dos hermosas piedras azules del color del lapislázuli, esos ojos que me han mirado miles de veces con tantas emociones: temor, odio, confusión, anhelo...

Su cuerpo es bien definido y contorneado; quizás no tanto como el de su hermano que es todo un guerrero, sin embargo, Dylan posee el porte de un líder, aunque en el fondo no sea uno. Suele vestir bastante sencillo con pantalones y camisas como si fuese un vaquero de los que salen en las novelas y, al igual que estos, la suave piel de sus manos no muestra ningún signo de delicadeza; son las manos de un hombre trabajador que se ha esforzado en la vida por sus propias metas y objetivos.
Incluso tiene ese toque descuidado y rebelde que le hace lucir como el típico leñador o lobo feroz de los cuentos de hadas para niños y no como el cliché de príncipe azul.

Pasiones Salvajes [#4 Pasiones-BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora