Capitulo Unico ;-;

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Leo estaba cansado. Demasiado cansado. Acababan de rescatar a Percy y Annabeth de el tártaro. Eso era un alivio enorme. Leo no dejaba de sentirse culpable. Pero ellos estaban vivos. Y mas unidos que nunca.

Mientras esperaban al entrenador Hedge, el recordó de pronto Ogigya. Recordó como tuvo que salir de ahí miserablemente solo. Sin ayuda alguna. La chica Calypso no se digno siquiera a dirigirle la palabra. Después de molestarlo ella se dio la vuelta furiosa y no regreso.

La chica era hermosa. Y a Leo lo volvían loco las chicas bellas. Pero estaba harto de ser rechazado que decidió que no valía la pena salir tras ella. Aparte Leo noto lo superficial que era en cuanto abrió la boca. Venga, que el no era un guapísimo héroe ni nada. Pero ella no tenia derecho de tratarlo así...

-¡Leo vamos! -dijo Piper sacándolo de sus pensamientos-

Leo se puso de pie y se alegro al ver su querido Argo II intacto el entrenador Hedge se las arreglo para dirigir el barco sin dificultades. La cabra loca daba saltitos juntando las pezuñas. Obviamente alegre de verlos a todos a salvo.

Leo se conmovió.

-¡Ese es mi chico! -grito dirigiéndose a Festus-

Los 8 semidioses subieron al barco. Todos contentos de estar un poco a salvo.

-¡Ya era hora! -dijo el entrenador- se esforzaba por mantener el ceño fruncido, pero sus ojos brillaban como si estuviera contento de verlos -¿Que les tomo tanto tiempo panquecitos? ¡Mantuvieron a su visitante esperando!

A lado del entrenador una chica de cabello oscuro apareció vistiendo un manto purpura. Leo la miro fijamente. Reyna. Estaba cubierta de hollín y arañazos. Sus ojos se encontraron. Y Leo tuvo que bajar la mirada. Ligeramente sonrojado.

¿El sonrojándose? Eso si que era nuevo. Leo estaba acostumbrado a hablar con chicas. Era confiando y no sentía vergüenza. Pero luego la mirada de esta chica era diferente... Y increíblemente Leo no podía sostenerle la vista mucho tiempo.

Después de que ella les explicara un poco de su viaje. Leo se las arreglo para construir un sistema de elevación que mantenía a la Atenea de partenos colgando de la ladera con una facilidad sorprendente.

-Es increible - admitió Reyna-

Leo solo la miro en silencio perdido en sus preciosos ojos... ¡Dioses ni siquiera podía hacer una broma de eso!

Esa noche fue larga y triste el pegaso de Reyna se había derrumbado por las heridas de garras de un grifo. Y Reyna con lágrimas en los ojos tuvo que acabar con su miseria.

Para Leo fue insoportable ver a una chica tan fuerte destrozada. Quería hacercarsele poner su mano en su hombro y decir «lo siento» después decir un chiste o algo que la animara. Enserio deseaba saber como era su sonrisa.

Pero fue incapaz de hacerlo. Ninguno de los semidioses se acerco. Ni siquiera Hazel. Al parecer querían darle su espacio.

-Leo ¿por que no le muestras a Reyna su camarote? -le dijo el entrenador Hedge en voz baja-

Leo asintio y Reyna aun con los ojos enrojecidos siguió a Leo. Ella caminaba junto a el sin tocarlo. Manteniendo su distancia. Finalmente no lo soporto.

-Lo siento mucho, Reyna -dijo en español-

Reyna se estremecio, como sorprendida de que alguien le hubiera hablado en su lengua materna.

-Gracias -respondio en español-

Leo sonrio. Su español era muy bonito. Y desde que su madre murió no había hablado con nadie en ese idioma. Quizá la sonrisa le duro demasiado.

Leyna: La chispa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora