Un día como todos, Astrid fue a visitar a su familia, pero se le había olvidado un pequeño detalle: la mayoría de sus primos estaban en la escuela y los otros trabajando, algo que le molestó y deprimió un poco aunque, se reprimió mentalmente, pues era más que obvio que nadie iba a estar en casa a las siete de la mañana, exceptuando a su abuela, quien le hacía compañía -Mijita, ¿tomó desayuno?- Le preguntó a quien la acompañaba a arreglar su fino y delgado cabello -Si, abuelita. Me comí un pan con huevo- Le contestó mientras le hacía una cebolla baja y le colocaba un pequeño adorno que siempre llevaba -¿Te parece si me esperas abajo? Tengo que hacer unas cosas y nos quiero aburrirte con mis intereses de vieja. Ve a ver televisión- Preguntó de manera dócil la pequeña mujer encorvada -Da lo mismo, abueli. No creo que me aburra- Le contestó amablemente mientras le tomaba ambas manos frágiles y arrugadas -No, no no. No fue una pregunta, aunque sonara así, no lo fue. Vas a bajar, porque , aparte de eso, yo me tengo que cambiar ropa, sigo con los pantalones de pijama- Le habló a la vez que la empujaba suavemente hacia el living -Lee un libro o ve la tele en lo que me cambio- Dijo para finalmente cerrar la puerta de su habitación.
Ya habían pasado cuarenta minutos y esto empezó a preocupar a Annelise, pues su abuela jamás se demora tanto en cambiarse un pantalón o si quiera arreglar las cosas que debía. Esto la puso demasiado nerviosa y fue a revisar si todo estaba bien -¿Abueli?, ¿te pasó algo?- Se asomó con los ojos cerrados antes de abrir la puerta -¡Mi niña!, ¡mire lo que encontré!, ¡venga, rápido!- Exclamó con felicidad plasmada en sus ojos al mirar un gran clóset. Astrid se acercó rápidamente para asegurarse que no era nada malo, pero al fijar su vista hacia dentro, sus ojos se abrieron de par en par: prendas de su abuelo aún quedaron intactas, seguían limpias y sin ninguna mancha o pelusa nueva, fue como si se hubieran congelado en el tiempo -Mira esto, aquí es cuando estaba en su punto más alto- Sacó cuidadosamente una chaqueta de cuero enorme -Cuando tu naciste, tu abuelo era super alto y grande, pero el tiempo le cayó encima y se volvió más pequeño. Siempre te subía a sus hombros, pero al ser muy alto, más de una vez te pegaste en la cabeza- Rio inconscientemente al recordar esos momentos -¡Oh!, ¡mira esto! Este conjunto solo lo llevaba en ocasiones especiales: es una gabardina que le llegaba a la mitad del muslo, su camisa blanca, siempre bien planchada, su chalequillo, sus pantalones y sus botas. Se veía tan guapo en ese tiempo- Dijo abrazando la chaqueta mientras se movía levemente de un lado a otro, imitando el bailar -Tu abuelo llegaba medir dos metros, puede sonar una exageración, pero contando que su padre y su abuelo eran igual de altos, era de esperarse.
Este conjunto lo llevó cuando nos conocimos, a mis ojos, parecía un ángel que se perdió en la inmunda tierra: Toda la ropa de blanco completo, su abrigo, sus pantalones, su chaleco Jersey y esa costumbre de que ,aunque fuera una vez a la semana, debía tener puesta una camisa. ¿Te digo lo que se le veía mejor que todo?- Le preguntó con una sonrisa pegada en sus labios a la joven que simplemente escuchaba la historia con brillitos inundando sus ojos. Ante la pregunta, asintió con la boca abierta -Sus ojos, sus lentes y su bellísimo cabello castaño claro, ¡me derretía con solo mirarlo! En ese momento, nos encontrábamos en todas partes: en las cafeterías, lavanderías, espectáculos callejeros, en todos lados. Él siempre fue un buen hombre, y uno muy respetuoso, porque jamás me trató de menos por ser una mujer, todos mis otros novios eran unos imbéciles, me trataron muy mal, pero tu abuelo, ah, que decirte, me ayudaba en todo, incluso aprendió a coser solo para ayudarme con la ropa de tus tíos y tías cuando se rasgaban. Era el mejor hombre de todos: su sonrisa, su voz tranquila, esos ojos hipnotizantes, su tacto suave- Cerraba los ojos para poder tener más detalles del hombre que seguía en sus pensamientos -Cuando eras una bebé, tu mamá trabajaba mucho y el aprovechaba las veces que estabas aquí para llevarte a ti y a tus primos a varios lugares encantadores: jardines de flores, piscinas, festivales, llegó a llevarlos a un concierto de Frank Sinatra. Era un hombre lleno de sorpresas, pero no creas que por sus actitudes era un inmaduro, a pesar de que era un sensible, tenía el respeto de grandes empresarios y gente de gente mayor por su pensamiento concreto, más aun a pesar de eso, prefirió seguir su sueño- La historia le estaba encantando a Annelise -¿Sabes cuáles son una de las cosas que más le gustan a tu abuelo?- Preguntó pellizcando la mejilla de su nieta menor. Está se quejó un poco y respondió de manera poco entendible -La repostería- Soltó más comprensiblemente a la vez que se sobaba la zona donde su abuela le pellizcó -¡Excelente! Hace tiempo atrás, había abierto una tienda de pasteles, era muy famosa en el lugar por los manjares que preparaba. Pero lamentablemente tuvo que cerrar, el lado bueno es que aún en sus últimos días, le quedaban ahorros de esa tienda- Ahora en vez de ropa, eran fotos, fotos que a pesar de estar algo amarillentas o en blanco y negro, eran muy bonitas. Mostraban y retrataba las emociones que ahí quedaban plasmadas, las risas, los rostros, todo era muy detallado sin contar que las cámaras de esos tiempos eran muy viejas y poco "profesionales" por así decirlo: habían de todo tipo, de Astrid siendo bebé, su abuelo que se veía muy joven y ambos con unas gafas de sol, que a la pequeña le quedaban enormes, una foto familiar cuando todos eran niños pequeños o recién empezaban a ser adultos, su abuela con su tía mayor -¡Pero mira la hora que es!- Exclamó al ver el antiguo reloj que marcaba las 12:56 -¿Porque no me vas a buscar a tus primos? Se que pueden venir solos, pero sería bonito para que los distraigas un rato, les quería hacer una comida especial además, recuerda que los días viernes salen más temprano- Dijo para salir de la habitación hacia el comedor y anotar algo en un papel -Este es el colegio y esta es la calle en donde se ubica. Si tienes alguna duda, puedes preguntarle a la gente- No la dejó responder nada y se fue directo a la cocina -Bueno... supongo que me las tendré que arreglar- Salió no sin antes colocarse su larga gabardina.
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𝓛𝓪 𝓫𝓻𝓾𝓳𝓪 𝔂 𝓼𝓾 𝓶ú𝓼𝓲𝓬𝓪 [𝓽𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓻𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼] Cancelada
Fiksi PenggemarLos miembros fundadores habían escuchado sobre una historia de una tal bruja que tocaba canciones en medio de un inhóspito bosque, por lo cual querían saber si la historia realmente era cierta o no. Pero lo que no sabían era que sus vidas iban a dar...