Capítulo 5. Errores del pasado

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Una nueva sala del consejo había sido dispuesta a gran velocidad y con una enorme eficiencia. 

Cuando se trataba de volver a la normalidad y alzarse de nuevo tras un fracaso, nadie lo hacía mejor que la ciudad que Piltover. Hay quien diría que esto era una forma de ocultar sus heridas bajo una capa de maquillaje, destinado a tapar las fisuras sin tratar la herida. Un ciudadano de Piltover se limitaría a mirar por encima del hombro a quien dijera eso y continuarían su camino con la barbilla bien alta sin despeinarse. 

Lastimosamente había heridas y heridas y aunque la ciudad del progreso asumía que el avance implicaba fracasos eventualmente...eso nada tiene que ver con la guerra. Y esa nube era la preocupación reinante entre todos los que se sentaban hoy en las mesas dispuestas en forma de herradura. A falta de su simbólico engranaje, un conjunto de tres mesas curvas harían la función de que todos los presentes pudieran verse las caras y examinar sus expresiones. Y también era una forma de evitar pensar en los asientos que quedarían vacíos.

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Al mismo tiempo pero varios niveles más abajo, otra reunión de singular importancia se daba en una de las esferas de vida de la ciudad subterránea. Allí donde se luchaba por purificar el aire que respiraban los habitantes de Zaun, se habían reunido los barones químicos, cuyos asientos también sido mermados, aunque la ciudad subterránea no tiene mucho tiempo para llorar a sus muertos.

Para ocupar el puesto de Finn apareció un científico que hasta ahora vivía apartado de los negocios locales pero el vacío de poder le había atraído como las moscas a la miel: se trataba de Singed un hombre tan repulsivo como su mismo trabajo

Por otro lado y dadas las últimas noticias, poco sentido tenía esperar por Silco; Sevika se hallaba presente en la sala, en la cabecera de la mesa, mirando al resto de los reunidos con una mezcla de odio, asco y resignación. 

-Y eso es...¿todo?-preguntó Renni, rompiendo el tenso silencio que se había formado tras las explicaciones de Sevika.

-¿Qué más quiere saber? Cuando llegué al lugar donde me condujo el rastro de Silco el incendio ya se había iniciado, me quedé por las cercanías hasta que los vecinos apagaron las llamas. -niega con la cabeza y da una calada profunda al puro que estaba fumando- Allí sólo había dos cadáveres, como ya les he dicho, y uno era el de Silco.

El yordle de aspecto insano toma una calada de una pipa de cristal con un contenido nada aconsejable y mira circunspecto al resto, como si esperase que alguien dijese lo que él mismo estaba pensando. Renni tamborileaba con sus dedos en la mesa, Singed parecía más concentrado en sus cuadernos de laboratorio que en la reunión. El barón expulsó el humo amarillento por la nariz antes de hablar.

-Finn era un bocazas pero al menos sabía qué hacer con la lengua.

-¿Ah si? ¿Y qué tal le fue?- recuerda Sevika entrecerrando los ojos ante las palabras del ser.

De nuevo se instaura el incómodo silencio, era por todos sabido lo que había ocurrido con el barón químico que había iniciado un "golpe de estado" contra Silco hacía pocos días. Y la participación de Sevika en el hecho.

La mujer de los bajos fondos terminó por chasquear la lengua, apagó el puro con un movimiento lento sobre la propia mesa donde dejó un cerco negro y procedió a tomar la palabras.

-Ustedes nunca han sido de hablar ¿verdad? Estas reuniones únicamente les sirven para poder achacar las culpas de sus desgracias a otro, poner faltas a quien dirige y luego poder conspirar privadamente cuando se creen que nadie les observa. Eso hicieron con Vander. Eso hicieron con Silco.- afirma rotunda, dando golpecitos en la mesa con cada sentencia.

Arcane. Más allá del deber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora