Capítulo 9

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Despierto sobresaltada, mi corazón late a mil por hora, mi frente tiene una ligera capa de sudor, me siento un poco mareada por lo que me arrastro sobre la cama para poder recargar mi espalda en el cabezal, solo fue un sueño me digo mentalmente, me froto mis ojos con mis manos y trato de regular mí respiración ¡Dios, mi sueño fue tan real!

–Ya despertaste. Buenos días, dormilona –dice una voz masculina.

Doy un respingo, y entrecierro mis ojos para enfocar al hombre de brazos cruzados recargado en el marco de la puerta de la habitación, es Derek.

 Y es ahí cuando recuerdo que no estoy en mi habitación.

–Buenos días –digo con mi voz adormilada.

– ¿Cómo dormiste?

–Como un bebé, milagrosamente no tengo malestares. A parte tu cama es muy cómoda. Gracias por permitirme irrumpir en tu casa. Te debo una.

–Cuando quieras, señorita –dice con una sonrisa sincera–. Y cuando se me ofrezca algo te lo haré saber –me guiña un ojo.

–Espero que esto no me vaya a pesar después. No seas malvado cuando me lo quieras cobrar –digo burlona.

–Oh, no tienes idea –canturrea sonriente–. Pensaré en algo divertido. Tú no te preocupes –asegura.

Mis estomago decide gruñir en ese momento. Me sonrojo. Derek ríe.

–Alguien amaneció gruñón –yo rio–. ¿Desayuno?

–Sí, por favor –le doy una sonrisa tímida.

– ¿Pancakes caseros está bien o prefieres salir a desayunar?

Pancakes suena bien, gracias.

–Bien, te doy privacidad. Te espero en la cocina, ya sabes el camino.

–Sí, enseguida estoy ahí, gracias. –él asiente y gira sobre sus talones para hacer camino hacía la cocina.

Me levanto de la cama de Derek y me dirijo hacía su cuarto de baño, el cual es elegante y espacioso. Me cepillo mis dientes, lavo mi cara, y ato mi cabello en un moño en la cima de mi cabeza dejando algunos cabellos sueltos, me doy una mirada en el espejo de cuerpo completo y observo la ropa que Derek me prestó ayer en la noche para dormir; un pants gris con un cordón para ajustarlo en las caderas y una camiseta blanca desmangada que deja a la vista mi sujetador negro.

– ¡Leah! –el grito de Derek al otro lado de la puerta hace sobresaltarme.

Salgo del cuarto de baño para reunirme con él.

– ¡Voy! –grito para que pueda escucharme en la cocina.

Busco mis zapatos pero no los veo por ningún lado, yo creo Derek los ha de haber guardado. Así que, voy descalza a la cocina.

–Ya estoy aquí ¿Necesitas ayuda?

–Sí, pero eres mi invitada así que tú siéntate en la isla y yo me hago cargo –dice sin voltear a verme.

Está de espaldas a mí, batiendo la mezcla de los pancakes en un tazón de vidrio.

–Qué atento, pero permíteme ayudarme –insisto.

–Bien, no me haré del rogar ¿Puedes ayudarme a picar fruta? –está vez sí se gira para mirarme a los ojos.

–Sí, solo dime donde guardas la tabla para picar y préstame un cuchillo –digo sonriendo.

– ¿Qué porque sonríes? –dice con su ceño fruncido.

–Porque tienes mezcla de pancakes en la mejilla derecha y en tu nariz –digo aun sonriendo.

Cuando Me Hiciste TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora