Capítulo XLIII

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Aiden

—Oye, ¿está todo bien? No había querido decir nada, pero te ves un poco miserable —me dijo Ashley, llamando mi atención mientras guardaba mis libros en el casillero.

—Estoy bien —mentí, casi de forma natural—. ¿Por qué preguntas?

—Porque has estado actuando extraño desde Greyhound, y te conozco desde que tenemos dos años, así que sé lo que actuar extraño es para ti, y no es habitual tampoco.

—Estás paranoica.

—No me llames paranoica —arrugó su nariz—. Escúpelo.

—Nada pasa —rodé los ojos, cerrando mi casillero—. Solo estoy distraído, es todo.

—¿Por qué?

—Nada en particular. Estoy pensando en las primeras respuestas de universidades que empezarán en enero.

—Ay, Aiden. Todos sabemos que quedarás en todas las universidades del país —rodó los ojos.

—Aun así —me encogí de hombros.

—Está bien, lo dejaré, pero no creas ni por un segundo que no te estoy vigilando —me miró con ojos entrecerrados, y salió en dirección a su siguiente clase.

No tenía idea de qué era lo que Alexandra King había hecho conmigo. Pensé que sería fácil volver a odiarla, que estaría mucho mejor sin tener que envolverme en sus manipulaciones, manipulaciones que eran habituales para la gente del norte, siempre teniendo que maquinar cosas para controlar a todos y meter en problemas a quienes no estaban de acuerdo con ellos. No quería ser eso para Alexandra, y tampoco me iba a quedar esperando a que fuera peor. Después de todo, solo era sexo, nada sin lo que no pudiera vivir, y nada que no podría encontrar fácilmente en otro lado, pero estaba resultando más difícil de lo que había anticipado fingir que no me importaba.

Ella no me miraba, tampoco me hablaba y siempre parecía querer correr en la dirección opuesta cuando estaba conmigo, muy diferente a como había sido antes, muy diferente a cómo fue en el lago, cuando finalmente pude ver a Alex en todo su verdadero esplendor. Había esperado a que volviera a ser la Alex del principio, contestadora y probablemente discutiendo conmigo por alguna razón, pero ahora siempre parecía estar dispuesta a estar de acuerdo conmigo con tal de evitar más conversación, y eso me disgustaba, a pesar de que preferiría que no.

Intenté hablar con ella para aligerar la tensión, incluso invitarla a comer porque no me gustaba no saber si estaba alimentándose bien en su casa, pero nada rompió su escudo. Alex se había cerrado completamente ante mí, e incluso el color azul brillante de sus ojos mirándome cuando sonreía comenzaba a desvanecerse de mis recuerdos, y eso me asustaba un poco.

Me seguía repitiendo que esto era lo mejor, que esto jamás habría llegado a ninguna parte cuando desde el principio había sabido que las cosas con personas como Alex eran como eran.

El martes por la tarde, la embauqué con comida sobre la mesa cuando llegó. Me había asegurado de bañarme con rapidez después del entrenamiento como para tener todo listo, y a pesar de que Alex finalmente aceptó, apenas tocó su plato, murmurando algo sobre que le dolía el estómago. No quise presionar más y subimos a mi habitación para hacer la asignación de la semana.

—¿Crees que deberíamos incluir las referencias en el prólogo? —pregunté, mirándola de reojo. Alex se estaba masajeando la cabeza mientras fruncía el ceño—. ¿Está todo bien?

—Sí.

—No parece estarlo.

—Me duele un poco la cabeza, es todo.

—¿Por la contusión? Puedo llevarte al hospital si quieres, de seguro papá podría...

—No, no. El doctor dijo que me dolería de vez en cuando por algunas semanas —dijo en voz baja.

—¿Quieres algo para el dolor? Tengo Advil, o paracetamol. Tú elige tu droga.

—No, estoy bien.

Toqué su frente casi de forma inconsciente, sin pensarlo antes de comprobar que no hubiera inflamación en la zona del golpe. Fue un movimiento completamente involuntario, pero hizo que Alex se tensara y se alejara tan rápidamente de mí que nos tomó a ambos por sorpresa.

—Lo siento, no debí hacer eso —me disculpé, pero ya era tarde. La había asustado, y Alex quería escapar de ahí.

Joder. ¿Cómo habíamos pasado de lo que éramos a esto? Ya ni siquiera sabía si me importaba lo suficiente lo que Alex había hecho, porque comenzaba a pensar que quizá debería soportar una que otra manipulación si eso significaba que vería su sonrisa de nuevo, si significaba que Alex no actuaría como si mi tacto fuera todo lo que está mal con el mundo.

—Uh... creo que debería irme.

—Creo que tenemos que hablar.

Luego de lo que habían parecido años, Alex finalmente levantó su rostro para mirarme, pero lo único que pude ver fue pánico.

—Uh... lo cierto es que realmente tengo que irme.

—No, no tienes que irte. Deja de escaparte de mí y hablemos, ¿sí?

—No quiero hablar, Aiden —susurró.

—¿Por qué no?

—Porque... porque solo voy a decir algo que arruine más todo, y no quiero seguir arruinando todo. ¿Podemos fingir que nada que pasó y seguir nuestras vidas?

Sus palabras me hicieron sentir peor de lo que me hubiera gustado admitir.

—Nada de lo que digas arruinará nada, Alex, pero ya no podemos seguir así. Sin hablar, sin comunicarnos y fingiendo que nada pasó entre nosotros. Está bien, hiciste algo que no debiste, pero no podemos de pronto actuar como si no pudiéramos aguantar estar en la presencia del otro. No sé que es lo que creas que pasa, pero no me interesa ser un imbécil contigo o tratarte mal por lo que pasó.

—Tú fuiste quien dejó claro que no querías que me volviera a acercar a ti.

—Pero estamos haciendo un proyecto juntos, y estamos amarrados por el resto del semestre. Además, me refería...

—¿No puedes solo odiarme y tratarme como si no me soportaras? Prefiero lidiar con eso que contigo intentando ser un ser humano decente. No es que sea algo malo, pero me siento un poco tonta aquí creyendo que te sientes en la obligación de llevarte bien conmigo.

—Alex...

—Solo hazlo, Aiden. Ódiame y volvamos como estábamos al principio, así no esperarás nada de mí y yo no esperaré nada de ti. No es que lo haga, es solo que... no lo sé, esto es difícil. ¿Acaso vas a quedarte ahí a fingir que lo que hice no estuvo jodido?

—Lo que hiciste estuvo mal, ambos lo sabemos, pero no quiero que las cosas sigan siendo así por algo que pasó hace semanas. No puedo fingir que no me interesa que estés bien, porque me importa, y tampoco voy a fingir que te odio por haber llamado a mi mamá, porque no lo hago.

—Aiden...

—Solo... intentemos arreglar esto. Podemos intentar llevarnos bien, ¿no?

Alex soltó una risa, pero no había humor en ella, tampoco sinceridad.

—No hay nada que arreglar, Aiden. Por el bien de ambos, dejemos que las cosas sigan como están.

—Alex...

—Tengo que irme, la cabeza me está matando —comentó secamente mientras recogía sus cosas. Pensé en detenerla mientras se iba, pero figuré que Alex no apreciaría eso.

Joder.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora