CAPÍTULO 18

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EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPITULO 18.
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—Usted... majestad —Martha hace una reverencia elegante a esa mujer que apenas puede ver a los ojos, no puede levantarse porque simplemente aquella presencia era de las más imponentes y severas de toda Inglaterra y aunque ella fuese americana le debía respeto. Si, la mujer delante suyo era quizás de las más bellas del país, y su gobernante por encima de todo. No sabía los motivos que la habían hecho salir de su palacio, a su parecer, eran de mucho peso.

—De pie... Madame de la Roux —Menciona la rubia con voz suave, no le era de extrañar a Martha que la conociera por el nombre que ella misma se creo para surgir en la sociedad inglesa.

—Lo siento, no esperábamos visitas. Estamos pasando por una complicación familiar y...

—No tiene porque explicarme. Ya lo sé todo —Expresa la mujer rubia quitándose los guantes y adelantarse hacia la anciana —Escuche, he recibido informes de que hacía unos días atrás fue plagiado Lord William White de forma violenta.

—Usted.... ¿Cómo lo supo?

—No importa como lo supe. He venido hasta aquí para hablar con ustedes y saber todo lo que ocurrió.

—Si, su alteza —Se adelanta la señora Jenkins con mirada gacha, aquellos ojos tan azules como el océano eran intimidantes para todos —Querian llevarse a mi niña Candy. Pero en su lugar se llevaron a Lord William.

—¿Candy? —Pregunta la rubia confundida.

—Oh... es por Candice. La hija de Lord William, cumplió dieciocho en Mayo, esa niña adora tanto a su padre que no le ha temblado la mano para enfrentarse a esos hombres.

—¿Y en dónde está ella ahora?

Todos se vieron a la cara, no esperaban que la reina estuviera haciendo averiguaciones por cuenta propia. Pero si lo hacía, era porque quizás los iba a ayudar.

—Candy... digo... Lady Candice ha salido en busqueda de su padre desde hace unos días y aguardamos por ella.

—¿Cómo dice? —Irrumpe Victoria con sorpresa.

—¿Una dama ha ido sola? —Esta vez pregunta Albert consternado ante lo que escucha. Pero la respuesta fue quizás lo que lo dejo sin habla.

—La señorita Candy no es una dama ordinaria —Responde Dorothy, con espalda firme y con sus manos reposando sobre su vientre denominaba seguridad en sus palabras —Ella no teme en hablar ni expresar lo que siente. Es la chica más valiente que este pueblo puede tener.

—Aún asi. —Expresa la rubia mirando a Dorothy y a la señora Jenkins hablar de esa jovencita, creando dentro suyo las ganas de conocerla —La valentía no lo es todo sino hay razonamiento, se está metiendo en un problema y para eso he venido hasta aquí.

—¿Va a ayudarla?

—Por supuesto. No he olvidado a quienes fueron amigos de mi adorado Richard —La voz de la reina Eleonore empezó a temblarle ante la mención de su esposo. Quizás él estaría manejando esa situación de otra manera, pero era ella quien tomaría las decisiones e implementaría la búsqueda —¿Alguna pista?

—¡Si! —Dijeron varios miembros del personal recordando lo que Candy dijo apenas retorno a casa posterior a perseguir a ese carruaje.

Madame de la Roux le dió una orden a Dorothy para que se dirigiera a la biblioteca a buscar aquella antigua enciclopedia en dónde encontraron esa única pista que llevo a Candy a irse con un desconocido a buscar a su padre. Seguía nerviosa por el hecho de que estaba con un hombre, sin embargó, no tenía miedo porque sabía que ella bien podía defenderse.

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