Capítulo 3

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Dentro de unas semanas, el joven mexicano cumpliría quince años, pero desde que había escuchado la leyenda de los volcanes del Estado de Puebla, algo en esa historia le parecía extrañamente familiar. Sentía que formaba parte de su propia vida, como si hubiera una conexión más profunda con aquellos relatos de amor y tragedia.

Pasaron unos días desde aquella clase de historia, mientras se adentraban en el tema de la conquista española. Sin embargo, esa noche de fin de semana, mientras hacía su tarea de química, la leyenda seguía dando vueltas en su cabeza con una intensidad inusual. Una sensación de búsqueda y anhelo lo invadió, como si estuviera destinado a encontrar algo o a alguien que trascendiera el tiempo y el espacio.

La oscuridad de la noche ya había caído y el sueño comenzaba a llamar al estudiante, quien se alegraba de que al menos al día siguiente fuera fin de semana. Eso significaba que podía descansar sin preocuparse por las tareas pendientes, pero algo en su interior lo inquietaba.

Guardó sus libros y cuadernos ordenadamente para evitar un desastre en su habitación por la mañana. Luego se dirigió al baño para cepillarse los dientes y prepararse para la cama. Como de costumbre, se despidió de su madre con un beso de buenas noches antes de dirigirse a su habitación, donde se recostó en su cama y cerró los ojos.

En su sueño, el joven se encontraba rodeado de árboles centenarios cuyas ramas susurraban antiguos secretos. Avanzaba hacia un lugar que sentía crucial, pero al voltear, vio a varios guerreros portando macuahuitls, armas que reconocía de sus clases recientes de Historia de México. ¿Por qué estaba soñando con una escena de batalla prehispánica? ¿Acaso la leyenda que había estado obsesionando su mente estaba tejiendo su destino en sus sueños?

En un parpadeo, se encontró frente al líder del pueblo, cuyas palabras resonaban en su mente con un eco ancestral que apenas podía comprender. Sin embargo, un impulso poderoso lo llevó directo a los aposentos de una doncella tendida en una cama, cuyo rostro reflejaba una paz profunda.

Un vacío inexplicable se apoderó de su estómago mientras contemplaba la escena, sintiendo una conexión más allá de las palabras o el tiempo. De repente, despertó sobresaltado, el corazón latiéndole con fuerza y la imagen de la doncella grabada en su memoria como un recuerdo tangible.

—¿Quién era? —murmuró, desconcertado por la intensidad y la claridad del sueño que había dejado una marca indeleble en su conciencia. La sensación de haber tocado un pasado distante pero profundamente relevante persistía, como si su sueño fuera una puerta abierta hacia un mundo donde los sueños y la realidad se entrelazaban misteriosamente.

El joven se quedó un momento en la oscuridad de su habitación, sintiendo el palpitar de algo más grande moviéndose en las sombras de su propia historia, donde los límites entre lo real y lo mágico se desdibujaban con cada latido de su corazón.

El joven se quedó un momento en la oscuridad de su habitación, sintiendo el palpitar de algo más grande moviéndose en las sombras de su propia historia, donde los límites entre lo real y lo mágico se desdibujaban con cada latido de su corazón

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Hiro había meticulosamente organizado sus pertenencias en la maleta para el próximo viaje con sus amigos y su tía. Por un giro caprichoso del destino, decidieron que su primer destino sería un pintoresco pueblo llamado "Santa Cecilia", conocido por sus calles empedradas y su rica historia entrelazada con leyendas antiguas.

Mientras tanto, en los reinos divinos de los dioses japoneses, la mayoría observaba con curiosidad la presencia del alma de Hiro en la cosmología mesoamericana. Sin embargo, una diosa en particular se sentía profundamente perturbada por esta situación. Kannon, la diosa de la misericordia, había desarrollado un vínculo especial con el alma de Hiro desde que era un niño pequeño. Sentía que su destino estaba en peligro ante las fuerzas en juego en los mundos terrenales y celestiales.

Kannon sabía que el triángulo amoroso del pasado entre Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Xinantecátl había dejado cicatrices profundas en las almas involucradas. Temía que la historia se repitiera de alguna manera, aunque los nombres y las formas hubieran cambiado. La diosa sabía que Hiro, en su forma actual, no recordaba sus vidas pasadas ni la tragedia que las marcó. Sin embargo, el destino tejía hilos invisibles entre los sueños y la realidad, recordando a cada paso la conexión profunda que Hiro tenía con el pasado antiguo de México.

En su sueño esa noche, Hiro se encontró caminando por un bosque encantado, donde los árboles susurraban en un lenguaje ancestral. A lo lejos, vio a guerreros ataviados con plumas y armas de obsidiana, listos para una batalla que resonaba con la energía de tiempos olvidados. El corazón de Hiro latía al ritmo de los tambores antiguos, mientras seguía un sendero que lo llevaba hacia un encuentro con un monarca misterioso y una doncella dormida bajo el cuidado de sus sacerdotes.

Despertó sobresaltado, el eco de esos sueños llenando su habitación con una presencia etérea. Hiro se quedó un momento, sintiendo la presencia de algo más grande y misterioso moviéndose a su alrededor. Las palabras de Kannon resonaban en su mente, como un susurro lejano de protección y advertencia. Se dio cuenta de que su viaje a Santa Cecilia no era solo un viaje físico, sino un viaje espiritual hacia la comprensión de su propio destino entrelazado con las leyendas antiguas que seguían vivas en el corazón de México.

























Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo

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Corregido; 30/jun/2024

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