Las vacas están atacando:

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"Las vacas están atacando" no se puede considerar una buena noticia en ningún contexto.

Will se echó a Rachel al hombro—para ser un tierno curandero, era más fuerte de lo que parecía—y corrimos todos juntos para reunirnos con Nico ante la ventana.

En la vía de tren, las vacas estaban armando una revolución. Habían roto con violencia los lados de los vagones de ganado como una avalancha que atraviesa de cerca la madera y ahora se dirigían en desbandada a la residencia de los Dare. Sospechaba que las vacas no habían estado encerradas en esos vagones en absoluto. Simplemente habían estado esperando el momento oportuno para salir y matarnos.

Poseían una belleza de pesadilla. Cada una era el doble de grande que un bovino normal, con unos ojos azules brillantes y un pelaje rojo greñudo que se rizaba en espirales mareantes como un cuadro de Van Gogh viviente. Desde esa distancia no podía distinguir entra vacas y toros (el experto en vacas en Apolo) pero todos los bovinos poseían unos enormes cuernos curvos que habrían servido de copas a los parientes celtas más grandotes y sedientos de Lu.

Una fila de vagones de carga se interponía entre nosotros y las vacas, pero eso no disuadió al ganado. Pasaron a toda velocidad por en medio derribando y aplastando vagones como cajas de papiroflexia.

—¿Luchamos?—preguntó Percy no muy seguro.

De repente me acordé del nombre de esas criaturas; demasiado tarde, para variar. Antes había dicho que los trogloditas eran famosos por luchar contra toros, pero no había relacionado las cosas. Tal vez Nerón había aparcado los vagones de ganado allí a modo de trampa, sabiendo que iríamos a pedir ayuda a Rachel. O tal vez su presencia simplemente era la forma cruel que tenían las Moiras de burlarse de nosotros. "Ah, ¿conque quieren jugar la baza de los trogloditas? ¡Pues nosotros contraatácanos con vacas!"

—Luchar sería inútil—dije con abatimiento—. Son tauri silvestres: "toros salvajes", como los llamaban los romanos. Su piel es impenetrable. Según la leyenda, los tauri son enemigos ancestrales de los amigos de Nico, los trogloditas.

—Piel impenetrable...—dijo Percy—. Rachel, ¿no tendrás una dotación de comida espacial por aquí?

Rachel seguía inconsciente sobre el hombro de Will.

—Tomaré eso como un no.

La primera oleada del ganado llegó al muro de contención de los Daré. Se abrieron paso a través de él y embistieron contra la casa.

—Vámonos, ¡ahora!—ordené.

Nico encabezaba la marcha. Will lo seguía de cerca con Rachel echada al hombro, Percy y yo íbamos detrás de él.

Habíamos llegado a la mitad del pasillo cuando la casa empezó a sacudirse. Se abrieron grietas zigzagueando por las paredes. En lo alto de la escalera flotante descubrimos (dato curioso) que una escalera flotante deja de flotar si un toro salvaje intenta subir por ella. Los primeros escalones habían sido arrancados de la pared. Los toros corrían como locos por el pasillo de debajo, pisoteando escalones rotos, estrellándose contra las paredes de cristal del atrio y reformando la casa de los Dare por las bravas.

—Por lo menos no pueden subir aquí—dijo Will.

El suelo volvió a temblar cuando los tauri derribaron otra pared.

—No tardarán en derribarnos—dijo Percy—. ¿Hay otra salida?

Rachel gimió.

—Bájame.

Will la puso de pie con cuidado. Ella se balanceó y parpadeo, tratando de procesar la escena que tenía lugar abajo.

—Vacas—dijo Rachel.

Las pruebas de la luna: La Torre de NerónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora