001 ♡ nubes blancas

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LA PEQUEÑA YEEUN DE 5 AÑOS, sentada en una silla de madera oscura totalmente pulida con detalles tallados a manos de su padre, que la hizo exclusivamente para ella (aunque era bastante grande para su tamaño), pintaba tranquilamente con rotuladores de brillantes colores sobre un folio en blanco un dibujo de ella y su familia en una pequeña casa en el campo, rodeda por árboles altos y robustos, flores de todos los colores que la paleta de rotuladores le permitía y rayones que según la niña eran pájaros volando muy cerca de las nubes.

─Cariño, ¿qué estás dibujando? ─Pregunta su madre con un dulce tono de voz cuando llega a casa de hacer la compra.

─Somos mami, papi y yo en nuestra futura casita ─contesta sonriendo, mientras mueve sus piernecitas hacia delante y hacia atrás, dado que no llega a tocar el suelo con estas.

La familia Jang pronto iba a mudarse a una casa en el campo, debido al nuevo puesto de trabajo que ocupaba su padre. YeEun estaba muy emocionada por irse a vivir allí; le habían explicado que cerca de la casa había una granja con muchos animalitos, y eso le fascinó por completo. Sus padres esperaron otra reacción por parte suya: dejar su antigua vida atrás no es fácil, y pensaron que para una niña de 5 años lo sería mucho menos. En cambio, ésta se entusiasmó con la idea en cuanto se lo dijeron, cosa que tranquilizó a ambos.

. . .

Por fin, a principios de junio, justo cuando comenzaba a hacer calor, la familia Jang empaquetó todas sus pertenencias y pusieron rumbo a su nueva casa en el campo.

YeEun miraba emocionada el paisaje a través de la ventanilla del coche, embobada por la vista. Cualquiera pensaría que una niña tan pequeña a esas horas de la madrugada, y teniendo que estar en el coche un par de horas, se dormiría en seguida. Pero no, estaba más despierta que otra cosa, dando pequeños saltos sobre el asiento de la emoción que sentía.

─¿Falta muchooo? ─Preguntaba la pequeña alargando el sonido de la "o".

─No cariño, ya casi estamos ─le respondía su madre. Pero YeEun no quedaba conforme con lo que había contestado, así que formuló la misma pregunta cada poco tiempo, con la ilusión de que alguno de sus padres le dijera que ya habían llegado.

Al cabo de unas cuantas preguntas más, terminó durmiéndose en la sillita del coche durante el resto del camino.

Pasadas unas horas, sus padres aparcaron el coche justo en la entrada de su nueva vivienda: una casa de campo con un vallado de madera para que los animales no se escapen, rodeado de un montón de césped verde brillante y de árboles casi tan altos como la casa. Era un terreno bastante amplio, y la madre de YeEun estaba convencida de que cuando su hija despertara se quedaría asombrada por todo el espacio que tenía para hacer volteretas y rodar por el suelo. Cerca de allí, había un par de granjas más donde vivían varias familias, que a partir de ese momento se convertirían en sus vecinos.

El señor Jang abrió la puerta trasera del lateral izquierdo del coche para sacar a su hija. Desató el cinturón de seguridad, la elevó en el aire, la llevó en brazos con cuidado de no despertarla y la depositó suavemente sobre un sofá que estaba en el salón. Acto seguido, se fue con su mujer para ayudarla a guardar todo el equipaje en su nuevo hogar.

Después de colocar las cosas más imprescindibles de la cocina y de preparar la comida, la madre de YeEun la despertó para que comiera algo. La niña, tan pronto se dio cuenta de dónde estaban, empezó a saltar y a recorrer toda la casa de arriba a abajo, revisando cada rincón que podía. Su padre la atrapó y la llevó volando hasta la cocina fingiendo que era Superman mientras se reían.

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