Nora no sabe decir que no.
Quizás es por eso que, sin darse cuenta, se verá inmersa en un viaje con el chico arrogante de ojos verdes al que apenas conoce, pero que pondrá todo su mundo patas arriba.
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Dallen no tiene nada que perder.
Quizás e...
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A la mañana siguiente, durante nuestro camino hacia la casa de sus abuelos, Dallen fue el primero en romper el silencio.
—Mañana vuelve Leo —apretó los labios como si estuviera ordenando sus palabras —Nos ayudará a quitar las cosas con su furgoneta y me quedaré de nuevo en su casa.
—Oh...
Hasta yo me sorprendí de mi propia reacción, así que no me extrañó que Dallen me mirase con las cejas arqueadas y un atisbo de curiosidad en los ojos.
—Me estaba empezado a acostumbrar a esto —confesé, con una sonrisa forzada y aliviada, al ver que su expresión volvía a su estado habitual—. Y tiene mérito, después de la primera impresión.
—¿Tan mala fue la primera impresión?
Me ruboricé al recordar el primer momento en el que lo vi, sentado frente a mí con aquella extraña sonrisa y esa mirada de la que aún no estaba acostumbrada.
—No fuiste muy agradable, que digamos...
Dallen mostró una sonrisa efímera antes de contestar.
—Me sorprendió verte, eso es todo.
¿Qué acababa de decir?
—¿Nos conocíamos de antes?
Aquella confesión me había tomado desprevenida. Lo último que podría haber llegado a pensar era que nos conocíamos.
—No te acuerdas de mí, ¿verdad? —Se encogió de hombros y con una media sonrisa, añadió— En realidad es normal, éramos unos críos y creo que ni siquiera hablamos.
Lo miré extrañada y negué con la cabeza.
—No me acuerdo, lo siento.
Ni siquiera había ido a nuestro instituto, hecho que reducía enormemente nuestras posibilidades de encuentros y menos aún que fueran memorables, así que no, no le recordaba en absoluto.
—Bueno, no tiene importancia, en realidad —añadió, cerrando definitivamente la puerta a cualquier debate.
Aunque me picaba mucho la curiosidad, sabía que ahí se acabaría la conversación de esa mañana. Con el poco tiempo que lo conocía estaba empezado a entender con más claridad algunos de sus silencios. O al menos a identificar cuáles significaban que había terminado el momento de socializar del día.
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Al entrar en el comedor me sorprendió ver todo lo que había avanzado Dallen por su cuenta. Viéndola tan vacía, parecía totalmente distinta, mucha más espaciosa, incluso el olor a humedad había disminuido muchísimo.
