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I remember it all too well! ─cantó a todo pulmón, su voz haciendo un paseo que comenzaba en su garganta, pasaba por el micrófono y acababa en los gigantescos parlantes de la casa de Chenle.

Era medianoche y todos ya se habían calmado del subidón de energía que tuvieron horas atrás, se encontraban sentados en el suelo, en el sofá y otros seguían moviéndose al compás de la música, pero ya no tan animados como al comienzo. En algún momento, Hyunjin agarró el micrófono y sugirió hacer karaoke para pasar el rato, antes de que todos se fuesen a dormir al segundo piso. Porque sí, tenían pensado quedarse allí, aunque tuviesen que acostarse unos sobre otros. Y sorpresivamente, la mayoría aceptó el karaoke y estaban esperando su turno.

El problema es que Hyunjin llevaba casi diez minutos con el micrófono en mano, había comenzado a cantar en el sofá, luego hizo un traslado a mesa improvisada y así por toda la sala. El resto de chicos hacía bromas, principalmente comentarios graciosos para que se apresure, pero realmente, la situación era divertida. Sobre todo por la pasión que Hwang Hyunjin ponía al cantar.

─Alguien tiene que quitarle eso ─dijo Felix.

─Sí, tienes razón ─Chenle asintió y se levantó para ir tras el ahora rubio. Se posicionó a su lado y estiró la mano, primero optando por la paz. Pero sorpresivamente, la canción de Hyunjin había acabado.

─¿Ya acabaste? ─Jaemin le preguntó─. Porque si quieres, puedes seguir con tu concierto.

─Puedo reconocer el sarcasmo, ¿sabías? ─señalando al otro chico, Hyunjin le mostró su lengua como el acto más maduro al que podía recurrir─. Además, ustedes insistieron en que yo fuese primero.

─Sí, justo por esto ─Mark comentó.

Chenle quitó la canción con letra de la televisión y se giró en busca de nuevas víctimas. Muchos de ellos ya estaban comenzando a dormirse y era totalmente comprensible, ya que toda la energía juvenil que poseían, la gastaron cuando estuvieron jugando en la piscina. Corrieron de un lado a otro, hicieron competencias en el agua, un partido improvisado de fútbol y tenis, y de hecho, era un milagro que siguieran aún en pie.

Personalmente no le sucedía, pues recién se encontraba en sus dieciocho años, y aunque tenía más obligaciones que antes, no experimentaba el cansancio de los chicos y lo aburrido que comenzaban a parecerle esas situaciones porque están creciendo e interesándose en otras cosas. Sim embargo, los comprendía.

No habla muy seguido de su infancia, pues no fue tan extraordinaria o trágica para haber crecido entre tantos lujos, ni siquiera es lo que el resto imagina. Chenle piensa que fue demasiado normal y quizás un poco aburrida. Pero él mismo tuvo que ver a su padre crecer, lo vio apartarse poco a poco de los amigos que tenía cuando aún era un veinteañero y también vio como cambió su concepto de diversión. Ya no habían fiestas, personas nuevas que conocía cada fin de semana, ni alguna adicción. Entonces creía ser la persona que mejor puede comprender a los chicos y los apoyaba totalmente en su proceso.

─Chenle, llamando a guerra... ¿O era tierra?

Sacudió su cabeza, volviendo a la realidad y siendo el rostro de su novio lo primero que vio.

─¿Estás bien? ─preguntó, mientras se recostaba en el sofá. De manera que sus piernas ocuparon todo el espacio libre y su cabeza acabó apoyada en las piernas de Chenle.

─Sí, sólo estaba pensando ─dijo.

─¿Pensamientos buenos o pensamientos malos?

Chenle rió, sus dedos no tardaron en enredarse en el cabello castaño de Park Jisung. Suave y con olor a menta, se había obsesionado con ese shampoo de cierto aroma y desde entonces no ha dejado de usarlo. Aunque no se queja, le gusta y además le recuerda siempre a él.

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