The Wolf Pack (Traducción)

Capítulo Único

—No puedo hacerlo —gruñó Draco, mientras caminaba por el estrecho salón de clases.— ¡Cuatro meses y ni siquiera estoy cerca! ¡Es una completa pérdida de tiempo, Lovegood!

Luna lo miró mientras tenía su pequeño colapso, inquebrantable como siempre. Draco ni siquiera pudo reunir la energía para fruncir el ceño. Admitió a regañadientes que ella era su mejor oportunidad en esta inútil actividad, incluso si no entendía de qué demonios estaba hablando la mitad del tiempo.

El hecho de que de alguna manera se las había arreglado para entablar una amistad con la extraña chica todavía eludía su razonamiento en el mejor de los casos, pero ahí lo tenías. Luna no había sido más que abierta y amigable desde que regresó a Hogwarts para su octavo año y, por muy reacio que fuera, Draco se encontró confiando en ella. Por lo menos, todavía tenía que reírse de sus patéticos intentos.

—Lo estás pensando demasiado, Draco —explicó alegremente.— Lo hice. Y Harry dominó el suyo en...

—Sí, Sí. Maldito perfecto Potter —refunfuñó Draco hoscamente.— Merlín prohíba que falle en algo . ¡Oh no, eso sería una catástrofe!

El hecho de que Potter de alguna manera hubiera logrado obtener su forma animaga después de dos sesiones con Luna no era algo de lo que Draco quisiera hablar, especialmente porque había estado trabajando duro durante cuatro meses y aún no había visto ningún resultado.

—Ahora, no seas mezquino —advirtió Luna.— Harry lo logró porque no estaba analizando demasiado el tema. Simplemente lo hizo. —Ella frunció el ceño levemente, tratando de recordar el recuerdo.— Por supuesto, estaba en los jardines cuando lo hizo bien y, obviamente, los esnórquel de cuernos arrugados habrían ayudado a la transformación...

Draco eligió el silencio. Nunca salió nada bueno de discutir con Lovegood sobre cosas que solo existían en su cabeza. Para cuando todo terminara, él se estaría tirando del pelo o ella de alguna manera lograría convencerlo de que estaba en lo cierto, en cuyo caso Draco terminaría revisando los armarios de las escobas en busca de nargles. Ninguna perspectiva era muy atractiva en este momento.

Sin embargo, cuando ella anunció que seguirían practicando afuera, él la siguió de buen grado. El aire fresco le sentaría bien y era poco probable que hubiera alguien a esta hora de la noche para reírse de sus patéticos intentos.

Efectivamente, para cuando estuvo en los jardines de Hogwarts, se sentía mejor. La luna había salido, proyectando un pálido resplandor sobre los vastos prados. La escarcha crujió bajo sus pies. Era inquietantemente silencioso, pero a él le parecía tranquilo. Una brisa perdida le revolvió el pelo, provocando un agradable escalofrío. Fue... agradable aquí.

Luna se volvió hacia él, sus ojos claros y su cabello rubio brillando en la penumbra. —Ahora inténtelo de nuevo. Y esta vez, no pienses en la teoría. Solo deja que suceda.

Era más fácil decirlo que hacerlo, pero Draco la complació. Cerró los ojos y reprimió su mente, tratando de alejar cualquier pensamiento perdido de su enfoque. Se trataba de concentración. Relajó los hombros y trató de llegar a sus instintos. La imagen de la luna revoloteó por su mente y eso parecía importante de alguna manera. Sí, se sintió atraído por él, casi como si lo estuviera llamando a él, a algo muy profundo dentro de él. Draco sintió una repentina necesidad de responder a esa salvaje llamada y...

Ocurrió casi de repente. Un segundo, era un chico de diecisiete años que temblaba con el frío viento de septiembre y al siguiente, todo era diferente. Su cuerpo se moldeó con un suave giro, su perspectiva cambió. Era consciente de nuevos sonidos, nuevos aromas... ¿cómo habían escapado a su atención antes? Los silenciosos jardines estaban llenos de chirridos, graznidos, gorjeos y chillidos. Draco podía oírlos a todos, sentir los movimientos sigilosos de las criaturas escondidas en la maleza. Abrió los ojos y el mundo se veía diferente, casi vívido. El viento soplaba y lo sentía acariciar su suave pelaje, pero no mordía. Y sobre todo, la luna ...