🪶CAPÍTULO 27: Venator🪶

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La sangre escurría por la comisura de sus labios, mientras se encontraba atado a la silla de pies y manos. Un nuevo golpe recibió su cara, haciendo el dolor más palpitante en su mandíbula.

—¿Cuánto tiempo más piensas guardar silencio? —pregunto el príncipe hada.

—Quizá cuando deje de golpearme —murmuro Axel, levantando la mirada—. Aunque parece que tiene más deseo de lastimarme que escucharme —agrega.

Con la rabia viva en su interior, Matis volvió a golpearlo.

—Basta, ya es suficiente —dijo Anyi, intentando intervenir, pero Esteban la sujeto con fuerza—. Matis, por favor, sé racional, permitirle hablar.

—¿Racional? —le miro divertido—. Parece que tu lealtad ha cambiado Anyi.

—Y a mí me parece que te estás dejando manipular por tus emociones, en vez de obtener la información que realmente nos interesa, si continúas con tu salvajismo solo conseguirás su muerte, no la localización de Calix.

—¿Cuándo me perdiste el respeto Anyi?, cuando dejaste de verme como un rey —pregunta, ante su tono, al dirigirse a él.

—Que te dé mi lealtad, no te hace mi rey —expone—. Pero si de respeto hablamos, parece que necesitas recordar que soy mayor que tú, por lo tanto, quien me debe respecto eres tú.

Sin poder evitarlo, Matis rio, mientras limpiaba sus manos machadas de sangre con un pañuelo.

—Malditos brujos, siempre creyéndose mejores —murmuro.

Ante aquella ofensa, Anyi se liberó de Esteban de golpe, haciéndolo caer. Anyi avanzo hacia el príncipe hada, mientras su mirada se volvía totalmente negra, liberando esta parte de ella que siempre mantenía oculta, y había heredado de su padre.

Todos se sobresaltaron cuando la bruja tomo al príncipe hada del cuello y pego contra la pared.

—Si le vuelves a faltar a respecto a mi reino, a maldecirlo, te mostraré que tan mejores que tú podemos ser —expuso—. Eres solo un príncipe Matis, no lo olvides, aún te falta mucho para volverte un rey —lo libera.

Dándole la espalda, voltea a ver a Axel.

—¿Por qué entregaste a Calix? —pregunta— y violaste nuestro lazo de sangre, desafiándome.

—No tenía opción —expone.

—Es la escusa más estúpida que he escuchado —murmuro Esteban.

—No es estúpida cuando estás bajo un hechizo, y tú más que nadie lo sabe —menciona—. Tenía un objetivo, llevarla a mi padre, aunque intentara desviarme, delatarme para mantenerla a salvo, el hechizo se encargaría de mantenerme al margen.

—Él puede estar diciendo la verdad —dice Max—, los tenebris se consideran desleales, por lo tanto, existen centenares de hechizos y conjuros para evitar su traición —informa—. ¿Qué hechizo o conjuro te colocaron? —pregunta a Max.

—Venator —confiesa.

Esteban le mira con ironía.

—Miente, ese hechizo no existe.

—Lo hace —interrumpe Max, robándose la atención de todos—. Fue creador hace un siglo, por tres brujos muy poderosos, se planeaba mantenerse en secreto, hasta que una sirviente de su castillo robo el libro de sus hechizos hace poco, y lo vendió en el mercado de la ciudad, en donde se expandió, dejando de ser privado —avanza a Axel—. El hechizo se caracteriza por tatuar un símbolo sobre el pecho, justo donde se localiza el corazón, que puede causar un gran dolor a su portador si intenta revelar su misión —tomando el cuello de la camisa de Axel, tira de ella rompiéndola—. Cuando el sujeto cumple su misión, el hechizo deja de tener poder sobre él, pero el tatuaje tarda en desaparecer —se aparta, y señala el pecho de Axel—. Él está diciendo la verdad —anuncia.

—Aún hay un lazo suelto —expone Ariel—. ¿Por qué un padre le pondría un hechizo a su hijo?, si se supone que son familia.

—Porque jamás he estado de su lado —confiesa Axel.

—Entonces de qué lado estás, ¿del nuestro? —pregunta con cierta ironía Esteban.

—No, solo del mío.

Porque la familia no significa nada, cuando tu deseo de poder es inmenso.

—Típico de brujos, solo están del lado que más le conviene —murmura Esteban.

—Si eso nos mantiene con vida, ¿Cuál es el problema? —Pregunta Anyi, desafiándolo.

—En ese caso, tendrás que decirnos el plan de tu padre si quieres mantenerte con vida —dijo Matis, mirando a Axel.

🪶🪶🪶

Un cubo de cristal la encarcelaba, mientras todas las miradas de los presentes estaban fija en ella. Aparto sus manos del cristal cuando este empezó a congelarse, al colarse una neblina oscura por una pequeña abertura a sus pies.

El frío comenzó a invadirla poco a poco, ante la corta y delgada bata que la cubría. El aire comenzó a faltarle, sintiendo una opresión en el pecho.

—Deténganse —suplico, sin aire, pero nadie se movió de lugar, o hizo algo para detener su dolor.

Sus piernas le fallaron y cayó al suelo con el cuerpo tembloroso.

Mabe alzo la vista de los paneles de control y la miro, lo que estaba a punto de hacer no era lo correcto, pero tenía que seguir órdenes, sabía que Calix no merecía que le hicieran aquello, pero era la única manera de salvarla, aunque al hacerlo durmiera la parte de su ser de luz, esa parte que se le retiraría para convertirla en oscura.

🪶🪶🪶

La mirada de la naturaleza viajo por todo el lugar. Hacía años que no entraba al reino oscuro. Menos en cementerio de Tenebris.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunta a Semyazza.

El ángel le abre una gran puerta metálica, perteneciente a una capilla.

—Querías saber dónde se escondía Samael, ¿no? —señala a la gran oscuridad que emana la capilla—. Este lugar nos llevará a él.

—Claro, que mejor escondite que vivir bajo las sombras más oscuras del mundo, en donde ni siquiera llega la vista de un arcángel —murmuro. ¿Cómo no se le había ocurrido antes?

—Vamos —ordeno Semyazza.

Ambos avanzaron cautelosos, hasta topar con una segunda puerta, resguardada por un demonio canino.

Semyazza saco algo de su bolsillo y se lo lanzo al demonio, quien automáticamente lo tomo y cedió el paso.

—¿Le dije que los demonios caninos no eran adecuados?, con solo un pedazo de carne puedes manipularlos —menciona, al atravesar la puerta.

—¿Qué les ha ofrecido a cambio de protección? —pregunta la naturaleza, ya que era difícil hacer tratos con los demonios, más si eres un ángel caído.

—Libertad de matar a cuantos seres de luz les plazca —contesta con algo de desinterés—. Nadie se puede negar a una oferta como esa —agrega.

—Tú te negaste —expone.

—Si me hubiera ofrecido la vida de Jofiel, hubiera aceptado.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora