29. Volveremos a ser / FINAL

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- Te teñiste el cabello a cobrizo, te sienta muy bien -comentó Chase animando la situación, Emma no había dicho absolutamente nada desde su llegada y ya eso lo empezaba a molestar-, nosotros los de piel pálida, colores fuertes como esos resaltan muy bien nuestras facciones... -de nuevo silencio- ¡Ya basta, Emma! -exclamó su hijo exasperado por el silencio de su mamá- si quieres volverte muda, es tu decisión pero por lo menos mírame cuando te hablo o ¿Acaso piensas actuar igual que años atrás?

La mujer se repuso, mirando a Chase. No sabía por dónde iniciar, sentía vergüenza y nervios mezclados que le cerraban por completo la garganta y anularon su voz.

- Sé que estamos en la comida pero ayer a duras penas tocaste la cena, no creo que sea recomendado para una mujer de tu edad, el saltarse las comidas -señaló preocupado por ella, la mujer sólo sonrió e intentó llevar un bocado de comida a su boca pero fracasó, justo como pensaba, su garganta está a bloqueada y su estómago no parecía urgile comida.

Chase suspiro cansado- Respecto a tu aptitud, entenderé que una vez más el problema soy -se levantó de la mesa, dispuesto a irse. Había venido para enfrentar a su madre pero no podía, estando Emma en aquel estado.

- ¡Aguarda! -exclama, sujetando la mano de su hijo, Chase la voltea mirar esperando algún otro comentario que justificara su acciones-... ¿podemos hablar? -pregunta un poco vacilante.

Chase duda- Estoy seguro que habrá tiempo para aquello, por ahora ve a tu habitación y descansa, aclara tu mente y espíritu. Yo haré lo mismo -dejó el comedor, le urgía sumergirse en una bañera de agua tibia y descansar del estrés acumulado.

Al cabo de unas horas, decidió bajar e ir al salón donde reposaba el viejo pero atesorado piano de cola. Quizás se animaría a tocar alguna melodía para despejar toda duda y prepararse para su charla con Emma. Sin embargo, Emma se había adelantado.

- Esto solo comprueba que somos madre e hijos -dijo mientras entraba al salón, amplio y alumbrado a la perfección por los ventanales que tenía. Emma lo miró de soslayo entretanto continuaba tocando Cannon in D.

- Recuerdo que mi mayor deseo era entrar al altar mientras tocaban esta canción, porque mi papá me la enseñó y yo se la enseñé a mi hijo, como si fuera un saber heredado -mencionó al azar, se sentía más calmada-, asimismo pensé que mi hijo se la enseñaría a mi nieto, este a su hijo, su hijo a su descendencia. Así me aseguraría que la canción perdurará entre generaciones, supongo que fue uno esos deseos egoístas que me cegó por completo.

Subió su mirada al joven que reposaba en la esquina del piano, aguantando las palabras que tenía para decir, dudando sobre contar la verdad... su verdad.

- Chase, si yo llegara a anhelar tu perdón, ¿Me lo concederás? -negó con su cabeza- así no es, ¿Me perdonas hijo? -tomó por sorpresa a Chase, desarmando cada pensamiento que tenía estructurado.

- Es un deseo muy presuntuoso, madre -dijo con serenidad, Emma no había parado de tocar, haciendo que el ambiente se ablande entre los dos-. Te podría mentir y decir que te perdono e irme, sin embargo, no tomará mucho tiempo para que esa mentira haga estragos.

Baja su mirada hacia las teclas del piano mientras sonríe con ironía- Parecía que estoy hablando con tu abuelo... el mismo lugar, la misma melodía y tu, diciendo con tan precisa exactitud las mismas que él me dijo. Solo me hace pensar en la manera chistosa en que la vida se encarga de castigarme por mis errores.

Chase se sienta en la butaca más próxima, mirando sus manos y sintiendo cada nervio tambalear dentro de él. No era fácil hablar después de haber sido apartado tiempo atrás.

- Emma aunque creo que ya lo sabes, tengo la necesidad de decirlo y quizás se deba a la valentía sin sentido que adquieres una vez te enamoras, esa misma que te puede hacer jurar dar tu vida a esa persona contra todo pronóstico -tarareo levemente la melodia con un tenue calor en sus mejillas.

Gusto Culposo ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora