“Las emociones negativas están acabando contigo, están tomando posesión de ti” Había dicho la bruja al ver en su interior.
“¿Y que puedo hacer yo, sabia señora, para acabar con este desagradable dolor, esta desagradable maldición? Preguntó, su rostro deformado en preocupación.
“Puedo mandarte a luchar contra esas emociones” Le tomó el hombro, dando un ligero apretón. “Sólo necesito tu permiso y tus ganas de batallar”
“Estoy dispuesta” Dijo la guerrera, segura de su decisión tomada.
Entonces, la mujer puso una mano sobre su cabeza, y la fémina se desplomó en sus brazos, dormida.
“Buena suerte, joven valiente”
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En la oscuridad, abrió los ojos, tratando de acostumbrarse a la casi nula luz del sitio. Vio a ambos lados, encontrándose sola en la negrura.
Por el rabillo del ojo logró captar algo moverse, así que volteó rápidamente, exaltada y se levantó del suelo, empuñando el mango de su espada. ¿Qué había sido eso?
Otra sombra se movió, y la muchacha sintió el peligro cerca. Frunció el ceño, extrañada y confundida, hasta que escuchó risas que le sonaron familiares.
Eran… ¿suyas?
Una sombra apareció frente a ella, carcajeándose en su cara y tomó forma hasta convertirse en ella. Detrás de la figura vinieron más y más clones malvados, cada uno siendo una emoción negativa diferente, con una marca que las diferenciaba. Había de todas las edades, y tras analizar un poco para buscarle un porqué, lo comprendió.
Eran las edades en las que aparecieron.
El miedo empezó a los once, con la pérdida de sus padres en la guerra, al sentirse desprotegida y vulnerable.
La deshonestidad a los quince, debido a las múltiples preguntas por su estado emocional, ‘¿Estas bien?'.
El orgullo, la malicia, el remordimiento, y muchas otras más.
Desenvainó su espada y atravesó a su clon, que se esfumó en el aire dejando un humo negro tras su desaparición. Sonrió, y pensó ‘será sencillo, atravesando y cortando a sus enemigos a la mitad. Sin embargo, volvían a aparecer, atacándola con sus afiladas garras, hechas para destrozar y acabar con su persona.
Corría y se defendía en vano. El miedo crecía en su interior y creaba una intensa presión en su pecho. Su armadura ya no estaba y su cuerpo tenía cortes, algunos más profundos que otros.
No encontraba salida a su situación, y creyó que moriría en las salvajes manos de ella misma.
Ella misma…
El entendimiento llegó.
Era su propia enemiga.
Y también su propia salvación.
Se levantó tomando su costado gravemente herido, miró a las sombras que se aproximaba, y gritó un fuerte “lo siento”.
Las sombras se detuvieron en seco.
Se pidió perdón por no superar las dificultades, por sepultar su dolor en su interior, por mentirse a sí misma, por ser cobarde y escudarse en su máscara de persona seria, orgullosa y valiente. Las sombras empezaron a desaparecer una por una, difuminándose en las tinieblas de su eorazón y aligerando su carga, el peso en su mente, alma y cuerpo siendo casi imperceptible.
Sólo quedaba esa pequeña infante, mirándola con una suave y cálida sonrisa. “Nunca vuelva a hacernos daño de nuevo”, fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y empezar a correr hacia un punto indefinido de la espesa oscuridad, desapareciendo y dejándola sola.
Ella solo sonrió y se lo prometió silenciosamente, cerrando los ojos y sintiendo su cuerpo desaparecer, hasta que volvió a la realidad.
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Lo primero que vio al abrir sus ojos fue a la mujer estar a su lado, tomando un té. Ella al notar que despertó, le sonrió dulcemente.
“¿Qué tal?” Preguntó, llevándose la taza a los labios.
“Acabó de comprender que no todo se soluciona con una espada y un escudo, y que no todos los héroes la necesitan” Dijo la joven guerrera, con una sonrisa.
“Me alegra que hayas aprendido la lección” Dijo la anciana, sonriendo también.
“A partir de hoy seré más comprensiva y sincera conmigo misma” Rió un poco. “Soy mi propia heroína, mi propia concejera igual que también mi propio enemigo…
Por ahora, me sentiré orgullosa de mi nuevo yo.”
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Nuevo yo|| One Shot.
Science FictionDonde una fuerte guerrera debe luchar contra sí misma para no morir.