Capítulo 3

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REGINA POV

Lucas se separa de mí, aún yo estoy en shock. Solo logro escuchar cómo le vocifera unas palabras que no me atrevo a repetirla al conductor irresponsable. Lo siento como se coloca al frente de mí,

Te encuentras bien, ese idiota no te llego a mojar, verdad, —decía él mientras me miraba.

Cuando logro reaccionar, le digo que no asentando con la cabeza. Bajo mi mirada hacía el suelo y veo que sus pantalones están empapados.

Gracias a ti, no me mojé, pero sin duda a ti sí, —dije mientras le señalaba a sus pies.

¡Wow! Me preocupé más por ti, que no me di cuenta, —dijo mientras me daba su mejor sonrisa.

No sé cómo él puede reírse en estos momentos. En agradecimiento le dije que fuéramos a mi casa para lavarle los pantalones, sin embargo, él se negó. Ambos tomamos nuestros respectivos coches y nos dirigimos en direcciones opuestas. Cuando llego a la casa me doy una relajante ducha, y en vuelta con la toalla me tiro en la cama, estaba tan cansada que no tenía fuerza de tomar el pijama.

Despierto toda agitada, volví a tener esa pesadilla del accidente, veo en el despertador que todavía es de madrugada apenas son las 4 de la mañana. Me levanto, busco mi bolso y tomo mi móvil. Llamo a mi hermana Ana, después de dos timbrazos ella lo toma,

¡Joder Regina, que son las 4 de la mañana!, ¿Qué quiere? —dijo ella aún medio dormida.

Entiendo su reacción, yo me sentiría igual si alguien me llamara a estas horas, pero es que quería saber que estaba bien,

¿Te encuentras bien Ana?, —dije mientras me sentaba en la esquina de la cama. Necesitaba oír su voz y que me dijera que todo estaba bien.

Tuviste las pesadillas de nuevo, ¡eh!, —dijo ella. Se nota que me conoce bien.

Humm, —dije

Estoy bien, Regina, hace cómo 6 horas que me inyecte la insulina, y todavía no me toca hasta dentro de tres horas, satisfecha, —dijo ella.

Vale, te dejaré dormir, —dije mientras ya me sentía más calmada después de oír que estaba bien. —Entonces te espero este fin, —dije, pero me llevé una sorpresa. Me dijo que no podía ir este fin que tenía muchas cosas que hacer. Me entristecí, sin embargo, la entendía. Tenía que ser su propia vida y no podía depender todo el tiempo de mí.

Cuando terminé de hablar con Ana no podía dormir, empezaba dar vueltas y vueltas en la cama y cuando pensaba que al fin logro retomar el sueño, el despertador suena, —Rayos, —dije para dentro de mi mientras estiraba el brazo para apagarlo. No me di cuenta cuando volví a quedarme dormida que cuando logro reaccionar era las 8 de la mañana. Me sorprendí mucho, me levanto rápidamente y me dirijo al baño, pero en ese instante recordé que hoy no me tocaba trabajar.

Como la cafetería abría todos los días, Lucas había decidido que trabajáramos por turno. Y por suerte hoy no me tocaba, de todas maneras, me aseé y me lavé los dientes. Me puse la rompa de hacer ejercicio y fui a correr como hacía cada mañana. Era una forma de mantener mi mente entretenida y no pensara en las pesadillas que siempre tengo y que no me dejan dormir.

A mediado de cuadra siento el teléfono sonar, y cuando voy a ver quién era, una sonrisa de felicidad florecía en mi rostro, era Antonio.

Hola, —dije con voz dulce.

Hola, —decía él. —Cómo estuvo tu día ayer, lamento no poder haber estado aquí, pero...—dijo él, pero yo lo interrumpí sin dejarlo de terminar la frase,

Cara o CruzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora