«Si la honestidad significa decirte la verdad, bueno, aún estoy enamorado de ti.» -Niall Horan.
Segunda parte.
—¿Anne..?—Matt se llevó las manos a su pelirroja cabeza como queriendo despertar de un sueño—. No puede ser... ¿Eres tú, Anne?
No era difícil de suponer que los tres estábamos igual de sorprendidos por el encuentro tan... tan inusual.
—No.
—Si...
—Para nada.
—¡Si eres Anne!—terminó de bajar las escaleras y me levantó del sillón en un abrazo, cosa que ni siquiera Tom había hecho—. Estás preciosa, quiero decir, siempre lo has sido, pero ahora mucho más.
Sonreí hasta que unas lágrimas salieron de las esquinas de mis ojos, aunque ahora no estoy segura si fue porque Matt me apretujaba demasiado con sus enormes brazos, o por la alegría que sentía al verlo después de más de diez años.
—Ha pasado tanto tiempo desde que te vi—confesé llevando mi mano hasta su mejilla para pellizcarla—, eras un enclenque desnutrido y hormonal que mezclaba paracetamol con four loko.
—Bueno, ahora estoy cuidándome—sacó pecho mostrando sus músculos—; descubrí que el estudio no es lo mío, así que aproveché el cuerpo y la belleza que Dios me ha dado para explotarlos.
Si, bueno, Matt parecía salido de alguna película de Marvel, y Tom, ya a sus casi 36, parecía un sugar daddy con pinta de Hayden Christensen. No me sorprendería si ambos fueran la portada de alguna revista de ropa interior.
—¿Cómo llegaste aquí?—se hizo a un lado para entornar sus ojos hacia su hermano, y luego nos vio a ambos, atando cabos imaginarios en su cabeza—. ¿U-ustedes dos están...? No puede ser... ¿Después de una década?
—No—Tom negó efusivamente con la cabeza—, lo hubieras sabido de ser así.
—¿Entonces?
Me senté en medio de ambos y le expliqué a Matt el trágico engaño que sufrí pensando que iba a un retiro espiritual con inversionistas israelitas y la pelea cuerpo a cuerpo que tuve con Luigi. Él me contó que había estado viviendo en Italia tres meses ya debido a que una marca reconocida le había contratado para grabar un comercial de perfumes en una isla paradisíaca (de esas que se encontraban en cada esquina de Italia), y que por eso se había teñido el pelo de rojo. También dijo que estaba saliendo con una mujer cuatro años mayor que el y que vivir con Tom era tan fatídico como vivir con un anciano que se levanta a las seis de la mañana y desayuna solamente claras de huevo.
—Bueno—dijo Matt al cabo de unos minutos, palmeando sus rodillas antes de ponerse de pie—, debo verme con mi agencia en un rato. Estaré para el almuerzo.
Y así fue como el demonio mayor salió de la casa haciendo sonar sus llaves y dejando un espacio incómodo entre Tom y yo. No encontré otra opción que usar la excusa de ir al baño; cuando al fin vacié mi vejiga completamente y volví a la sala, me encontré con la imagen del rubio cargando mis maletas para llevarlas a una habitación en el piso de arriba, Luigi estaba atrás de él ayudándole con una valija pequeña y, cuando me vio, rodó los ojos y murmuró un audible «zoccola».
Tom regresó al cabo de unos minutos vestido de pies a cabeza con todo lo necesario para gritar «old money» a los cuatro vientos.
—¿Entonces?
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Del Amor a la Fama.
RomanceMe limpié las lágrimas y decidí enfrentarlo. -Soy yo o todo tu show, tú decides. Anne necesitaba urgentemente un nuevo empleo para terminar de pagar sus estudios, pero jamás pensó que cuidar a unos mocosos le llevaría a tener un...