Epílogo

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Llegó el día más esperado de todos.

El día que me caso.

Y me cago del nerviosismo.

Estoy demasiado nervioso aunque no lo parece, mi cuerpo tiembla por dentro pero por fuera es como si anduviera tan campante en un día común.

Que de común no tiene nada si me caso con el amor de mi vida.

Con mi rey, mi amor, mi tontin.

Pero eso no quita los nervios que siento, no sé porqué estoy nervioso, si ya vivimos juntos desde antes de confirmar nuestra relación, tenemos nuestra familia, amanecemos juntos cada día y aun así los nervios me carcomen pero estar a punto de casarme me genera una angustia en el estómago porque pasaré a estar unido a mi maravilloso hombre para siempre.

No quiero un hasta que la muerte nos separe, quiero un amor que sea al infinito y más allá.

Aún no puedo creer que lo que veo en mi reflejo sea yo, aún no me creo que en este tiempo la vida haya sido demasiado buena conmigo.

Aún recuerdo como si fuera ayer el habernos peleado en la cafetería, mi piel se enchina recordando nuestras primeras conversaciones, nuestro primer helado, sus cálidos abrazos que a pesar del tiempo aún no perdemos esa bonita costumbre, siempre puedo encontrar refugio entre sus brazos y aprovecho cada ocasión para cobijarme entre ellos, recuerdo nuestra primera salida, se lo sentía tan libre y tranquilo que me fascinaba ver lo desunido que es con el dinero pero nuestro primer beso y la primera vez que estuvimos juntos la siento hoy más que nunca con frescura.

Cuando supe que corría peligro prometí protegerlo e intentaba hacerlo siempre a pesar de quedar adolorido en cada parte de mi cuerpo, nunca me interesó eso porque era más importante tenerlo con vida y amarlo así como él me ama.

Me demuestra su amor día a día con pequeños obsequios, con diversos detalles pero lo que más me enamora es que me acepte con el oscuro pasado que tengo, ni siquiera menciona nada de esos temas pero también me enamora su forma de ser con nuestros hijos.

Tiene demasiada paciencia y una increíble tranquilidad que soluciona todo como si fuera un experto, les concede sus deseos, no le interesa el precio pero los llena de regalos y besos a diario, esos besos que sacan unas risas escandalozas de ardillas que mis oídos aman oír.

Cuando nació nuestro bebé estuvo junto a mi todo el tiempo, cuidándome y cuidándolo, es un padre excepcional y muy apegado a sus bebés, se tomó casi seis meses de licencia por paternidad y fue de muchísima ayuda porque habían momentos donde me sentía demasiado exhausto para levantarme pero siempre estaba ahí diciéndome "yo voy, tu duerme mi niño bonito", siempre le dije que él es quien es más que perfecto.

Y ahora estamos a punto de casarnos.

Aquí estoy vestido con un traje negro con diversos bordados que le dan elegancia al vestuario junto a una camisa cuello alto con bordes a juego con mi pantalón igual negro, giro en mi lugar viéndome por completo.

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Mi Pobre Diablo (Yoontae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora