⁰¹➝ esa noche

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La cabeza le daba vueltas. Pero aún así era capaz de caminar derecho, o al menos eso creía. Su compañero se apoyó más en él, al parecer, también mareado.

— Mierda —dijo Sunghoon— Todo me da vueltas.

— Pues ya somos dos —agregó Sunoo y siguió avanzando

Ambos comenzaron a subir las escaleras, tambaleándose de vez en cuando y maldiciendo otras cuantas. Sunoo no tenía planeado nada para ese jueves. Básicamente sólo se que daría en el departamento relajándose después de una semana agotadora en la Universidad.

Pero cuando Sunghoon llegó y le sugirió ir a la fiesta de uno de sus compañeros de Facultad, él solamente pensó ¿Por qué no?

Y así habían terminado.

Por lo general cuando salían a ese tipo de eventos no solían emborracharse tanto y eran capaces de llegar a su departamento sin mayores inconvenientes, pero esta vez, los cuatro pisos que debían subir estaban resultando una verdadera pesadilla. Quizá se habían pasado un poquito.

Sunoo pensó que sería el éxito si el ascensor del edificio no estuviera averiado. Ambos se echaron a reír a carcajadas cuando tropezaron y cayeron al llegar al tercer piso.

Aunque básicamente todo el camino se resumía en eso: risas, bromas, maldiciones y quejidos.

Al llegar a la planta correspondiente, Sunoo buscó sus llaves en los bolsillos de su chaqueta.

— Mierda —soltó al notar la ausencia de las mismas.

— ¿Podrías darte prisa? —reclamó Sunghoon.

— No encuentro mis llaves.

— Usa las mías. Están en el bolsillo de mi pantalón. Creo.

— ¿Creo?

— Deben estar ahí. Búscalas.

— ¿Por qué no me las pasas?

— No quiero moverme.

Sunoo rodó los ojos, sabía que en esos momentos no valía la pena discutir con Sunghoon, así que sin tardar más buscó las llaves en los bolsillos de Sunghoon.

Encontrándolas rápidamente en el delantero del lado derecho. Después de algunos intentos fallidos, logró abrir la puerta. Ambos entraron al departamento sosteniéndose mutuamente. No se molestaron en encender las luces y se dirigieron a oscuras al cuarto más cercano en medio de tambaleos y tropiezos.

Al llegar, se dejaron caer sobre la cama y soltaron un suspiro de alivio.

— No debí ir contigo —comentó Sunoo, riendo ligeramente— Debí suponer que terminaría así.

— Oh, por favor. Debes admitir que lo disfrutaste —dijo Sunghoon.

El pálido se acomodó de lado y él lo imitó. Por lo que ambos podían ver la sonrisa agotada del otro.

— Sí, pero mañana me voy a arrepentir, con lo fatal que agarran las resacas —decía Sunoo.

Sunghoon sacó su celular y vio la hora.

— ¿No querrás decir hoy? —comentó— Son casi las tres de la mañana —el pelinegro le mostró la pantalla.

— Mierda... Creo que tenía clases temprano. Y tenía turno por la tarde en la cafetería.

Entonces Sunghoon rió. El castaño lo miró ligeramente fastidiado.

— ¿De qué te ries?

— Lo lamento. Es sólo que te estabas divirtiendo tanto allá que nada te importaba.

Lost kisses. ‹𝟹 Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora